Ritual, catarsis y FOMO

por | Oct 30, 2025

Un ambiente cálido con luces bajas se agradece al entrar en La Riviera, porque fuera ya se nota el frío de finales de octubre. Todo apunta a que se viene una noche propicia para la inmersión y desconexión. Sin embargo, entre todos nosotros, supuestos devotos del rock (en sentido muy amplio) habrá una porción importante de gente más pendiente del móvil que del escenario: el FOMO ha llegado para quedarse incluso en conciertos que piden justo lo contrario: atención, recogimiento o, incluso, trance. La Riviera estaba llena, sí… pero no todos estaban presentes.

A las 19:30h aparecen Elder sobre el escenario, banda a la que tengo muchas ganas por ese enfoque que va más allá del stoner y la psicodelia ocupando terrenos más progresivos o cercanos al doom. El sonido empieza regular; la voz apenas se oye pero Nick DiSalvo resuelve mientras suena “In Procession”; la banda ya está desplegando un manto que nos envuelve con esos temas que marcan una progresión casi hipnótica.

El viaje sigue con “Thousand Hands” y “Merced In Dreams”. Las canciones de Elder son largas y no hay tiempo ni motivos para aburrirse: el cierre de “Gemini” es la forma elegida para finalizar este pasaje, sin prisas, que se extiende con elegancia dejando al público en un estado de suspensión ideal para recibir a All Them Witches.

Texto: Verónica Costilla ; Fotos: Deviandrako

Tras los cambios de escenario pertinentes, empieza a sonar por altavoces el himno «War Pigs”: abrir con este tema no es una simple intro, es una declaración de intenciones. Los de Nashville hacen así un guiño directo y, dados los tiempos que corren, nada irónico, para que vayamos abriendo boca.

“The Death Of Coyote Woman” marca el arranque del bolo con esa pegada tan precisa y casi hipnótica que se gasta el batería. Charles Michael Parks Jr., al frente y con una sobriedad que roza la sosez -pero con presencia de sobra para permitírselo- debajo de una gorra y detrás de su bajo, con esa voz tan característica y que te atrapa mientras Ben McLeod hace reptar su guitarra entre los focos rojos, muy apropiados para que la experiencia sea redonda.

Con “Enemy Of My Enemy” y “Culling Line” se sigue tejiendo ese groove hipnótico, pesado; en “Aethernet” nos terminan de envolver en su telaraña. Luego, “Diamond”, una de las favoritas de tantos seguidores, con el solo de violín del también teclista, Allan Van Cleave, que parece presidir su altar particular rodeado de tanto humo (el del escenario y el de su propio incienso).

El momento de “Marriage Of Coyote Woman” resulta ser uno de los más aplaudidos con prácticamente toda la sala en comunión; después, “Angels On The Wayside” o “Blood An Sand” y las siguientes sirven para reafirmarnos en la idea de que estamos ante la banda que une, a la perfección, todo ese entramado de blues rock pantanoso, psicodelia y stoner: queda claro que ATW han dado con la tecla exacta para reunir al público de todos estos estilos.

El bis, formado por “When God Comes Back” y “Alabaster”, fue nuestro amén definitivo. La penúltima sonó solemne, casi litúrgica; “Alabaster”, a catarsis. El público, ahora más entregado si cabe, coreó casi cada palabra creando un cierre redondo y vibrante.

Más allá del bolazo de ambas bandas, lo que me deja cierto sabor agridulce es la desconexión de tanta parte del público. En una noche que pedía silencio, escucha o incluso trance, me sigue alucinando cómo abundaron las conversaciones de bar, a voces, de personas que están presenciando un show de valor considerable, en todos los sentidos.

Esta tendencia, cada vez más visible en salas, convierte muchos conciertos en una especie de “experiencia social documentada” más que vivida. ¿Es entonces la nueva forma de asistir a la música?

En definitiva, una gran velada, aunque no todos lo notaran. Elder ofrecieron un recital potente y enérgico a pesar de los problemas de sonido y All Them Witches ya son sinónimo de ritual. Quienes quisimos escuchar, sin distracciones, salimos de La Riviera con la certeza de haber tenido una de las mejores noches de lunes que podíamos haber soñado.

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