Sumergirse en la música: La profundidad infinita de Eme Eme Project

Feb 28, 2025

Fotos: Chema Muñoz Rosa

La música es probablemente una de las cosas más importantes para todo el que esté leyendo estas líneas. Y esos días en los que descubres una banda que, al primer minuto de escucha, ya sabes que te va a acompañar toda la vida, nunca se olvidan. Son pocos, contados con los dedos de una mano, y justo por eso su valor es incalculable. No se trata solo de encontrar algo que te gusta, sino de descubrir algo que te hace sentir, que te cambia. Y eso es lo que ocurrió el día en que Marta Mansilla me envió su música por primera vez.

Desde entonces, he viajado cientos de veces sin moverme de casa. He llorado decenas de veces de emoción. Porque la música tiene esa capacidad de transportarnos, de llevarnos a lugares donde las palabras ya no alcanzan. Y pocas veces se da de una forma tan pura como con Eme Eme Project. La conexión que se genera con su sonido va más allá de lo racional. Es algo visceral, magnético.

Porque, no os voy a engañar, el propósito más primario de esta revista no es solo difundir. Es descubrir. No se puede compartir lo que no se conoce, y por eso cada hallazgo es un pequeño gran tesoro. La música tiene el poder de transformar, de hacernos ver el mundo con otros ojos. Como le preguntaban una vez al maestro Wynton Marsalis:

¿La música es para los músicos o para los oyentes?
“La música es siempre para los oyentes. Pero el primer oyente es el músico.”

Y gracias a conocer proyectos como este, Territorio Music siempre tendrá sentido. Y yo tendré más razones para amar la vida.

«Algunas bandas te llevan lejos, otras te llevan dentro. Eme Eme Project hace ambas cosas a la vez.»

El concierto de anoche fue un acontecimiento especial. La presentación de su segundo disco, Into the Deep, un título que no podría ser más acertado. Porque su música no es superficial, no es algo que escuchas de fondo mientras haces otra cosa. Es una inmersión completa en un universo de jazz, de matices, de emociones contenidas y liberadas en cada nota. La mezcla perfecta entre el jazz y lo que podría ser la banda sonora de cualquier película del mundo.

Ver a Eme Eme Project en directo es confirmar que la música no necesita artificios para ser grandiosa. Su propuesta se basa en el talento puro, en la capacidad de transmitir, en la conexión entre los músicos que se sienten cómodos explorando juntos. Y anoche, en esa sala llena de miradas atentas y oídos entregados, quedó claro que su música es un viaje. Un viaje del que nadie quiere bajarse.

Cada melodía parecía contar una historia. Cada instrumentista, una pieza clave de un engranaje perfecto. Marta Mansilla, con su flauta mágica, lideraba el espectáculo con una elegancia y un dominio absoluto del escenario. A su alrededor, músicos que no solo ejecutaban, sino que sentían cada nota. Porque lo que hace especial a un concierto no es la perfección técnica, sino la emoción que se transmite. Y anoche, la emoción flotaba en el aire, casi se podía tocar con los dedos.

El público lo sabía. A veces, los silencios en un concierto dicen mucho más que los aplausos. Y los que estábamos allí, conscientes de estar viviendo algo irrepetible, guardamos esos silencios con respeto, con admiración. Porque muchas veces no hace falta salir de España para ver propuestas musicales de clase mundial. Eme Eme Project es una de ellas.

Y para mí, en lo personal, este concierto tuvo un extra de significado. Porque hay cosas que solo pueden hacer más grande una noche ya de por sí especial. Y una de ellas es compartirla con alguien que significa todo para ti. Ir a conciertos con mi padre es la mayor lotería que a uno le puede tocar. Y ayer, la suerte volvió a estar de mi lado.

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