Anoche nos aventuramos en terrenos inexplorados de la mano de Kiss of Life.
Siempre hemos reconocido muy abierta y honrosamente nuestra afición por el pop. El de antes y el de ahora. Pero, a decir verdad, no teníamos ni pajolera idea de cómo era el famoso K-Pop (pop coreano).
Por cercanía (el que escribe estas líneas tiene padre japo), tenía especial interés en ver qué era lo que generaba semejante pasión. Y os digo una cosa: ¡nos lo hemos pasado de miedo!

Kiss of Life no es un grupo cualquiera. Desde su debut en 2023, han arrasado en el mundo entero, acumulando millones de seguidores en tiempo récord. Y anoche, en el Palacio Vistalegre, entendimos perfectamente por qué. La propuesta es directa y efectiva: cuatro voces femeninas sobre el escenario. Y ya. No hay banda en vivo, algo que normalmente echamos de menos, pero las bases son brutales y las chicas saben perfectamente cómo llenar el show con su presencia y actitud.
«El verdadero poder de un concierto no está solo en la música, sino en la forma en que te hace sentir parte de algo más grande.»
Belle, Julie, Natty y Haneul son las cuatro estrellas que forman Kiss of Life, y anoche demostraron por qué se han convertido en una de las sensaciones más impactantes del K-Pop reciente. Cada una tiene su propio estilo, su propia esencia, pero juntas crean una energía explosiva. Desde los primeros minutos, la conexión con el público fue absoluta, con coreografías perfectamente ejecutadas y una entrega total en cada canción.

El concierto fue un espectáculo, con un ritmo totalmente medido de principio a fin. La puesta en escena, cuidada al milímetro, jugaba con los contrastes: momentos de intensidad pura con coreografías vertiginosas, seguidos de instantes de cercanía en los que las chicas interactuaban con el público y mostraban su lado más genuino. Cada tema tenía su propia identidad visual y sonora.
Hacía años que no asistíamos a un bolo con tantos decibelios, y no hablamos del sonido del escenario, sino de los gritos del público. Ensordecedor con cada mínima cosa que pasaba. Aplausos, ovaciones, vítores, auténticas explosiones de entusiasmo cada vez que una de ellas hacía el más mínimo gesto. En todo Vistalegre se sentía una barbaridad la emoción en forma de saltos, desenfreno y lágrimas.

A nivel de producción, el show estuvo cuidado al máximo detalle. Un juego de luces más que correcto y un sonido que hacía que cada base explotara en el pecho de los presentes. La mezcla entre el pop más melódico y las influencias del R&B y el hip-hop hacía que el setlist tuviera una dinámica buena, con momentos de puro baile y otros en los que sus voces brillaban con armonías chulas.
Uno de los momentos más especiales de la noche llegó cuando, en mitad del espectáculo, las chicas tomaron un respiro y se dirigieron al público con un mensaje de agradecimiento. De esas cosas que, sean 100% auténticas o tengan parte de «lo traigo pensado», hacen sentir a los fans de una banda importantes.
Salir de un concierto con la certeza de que has presenciado algo especial es un lujo. Y Kiss of Life logró eso y más. Nos declaramos absolutos fans. Y si así es su primer tour, no queremos ni imaginar lo que viene.
El K-Pop ha llegado para quedarse. Y Kiss of Life han llegado para arrasar.





