Algunas noches no se viven, se sienten. La de viernes 20 de junio en el Icónica Sevilla Fest fue de esas que se quedan pegadas a la piel. Con un cartel que unía trayectoria, autenticidad y mensaje, el festival volvió a dar en el clavo con una jornada que combinó potencia musical, discurso con alma y una atmósfera de las que ya no abundan.
A pesar de las altas temperaturas, desde la apertura de puertas a las 19:30, se palpaba el ambiente especial que rodeaba el recinto. El público fue llenando la majestuosa Plaza de España de Sevilla con una ilusión visible, sabiendo que la noche prometía momentos memorables. La organización, fiel a la calidad que caracteriza al Icónica, gestionó accesos, acreditaciones y logística con precisión y amabilidad, en una noche especial, repleta de acento sevillano.
Reincidentes: el rugido de una ciudad
El pistoletazo de salida lo dieron Reincidentes a las 21:00, con el poder de quien conoce y domina como nadie su terreno, los escenarios. Los sevillanos ofrecieron un directo potente, cargado de rabia lúcida y canciones que, a pesar del paso del tiempo, no pierden ni un gramo de actualidad, sonando cada día con más energía y levantando a las masas como la primera vez.

La plaza de España, gracias al festival Icónica Sevilla Fest,fue un magestuoso escenario donde sonaron clásicos del rock patrio como, “Un día más”, “Grana y oro”, “Ay Dolores”, que fueron coreadas como himnos en una recinto que no tardó en entrar en calor. La guinda la puso la aparición de Albertucho, también de Sevilla, que subió al escenario para compartir voz y espíritu con sus compañeros, interpretando el tema “Los hijos de la calle”. Fue uno de esos momentos que se sienten auténticos, sin artificios.
Para finalizar, con un público entregado, disfrutando de sus paisanos, temas como “Vicio”, “Andalucía entera” o “Jartos de aguantar”, que provocaban una atronadora ovación, para dar por finalizado el concierto de estos maestros del rock nacional.
La Raíz: el pulso de una generación
Pero sin duda el momento más esperado llegó con La Raíz, que arrancó su actuación a las 22:30 en medio de una ovación encendida. El grupo valenciano desplegó un show impecable, enérgico, emocional y cargado de mensajes que conectaron con las personas presentes, que siguieron con admiración y atención cada frase de unas canciones cargadas de intenciones.

Desde el arranque con “A la sombra de la sierra” y “Muérdeles”, “Jilgueros”, “Eligiré” , “Borracha y callejera” o “La voz del pueblo”, hasta las infalibles “El lado de los rebeldes”, “Radio clandestina” o “Nuestra nación”, cada canción fue una declaración. Una llamada a no conformarse, a no mirar hacia otro lado, a seguir creyendo que la música puede hablar claro sin dejar de emocionar.
El cierre, de este concierto que no de la noche, llegaba pasada la medianoche con un público totalmente entregado, al igual que el grupo, quien para acabar el recital nos regalaba temas emblemáticos como “Nos volveremos a ver”, “La hoguera”, “Rueda la corona” y la poderosa “Entre poetas y presos”, que provocó un estallido de unión entre banda y público. Una conexión real, casi física. Y es que La Raíz no solo toca: despierta, remueve, levanta.
O’Funk’illo: cuando la fiesta no entiende de relojes
Ya bien pasada la medianoche, a las 00:30, era turno de O’Funk’illo, que convirtió el cierre del festival en una explosión de buen rollo y baile sin prejuicios. Su inconfundible mezcla de funk y esencia sureña funcionó como siempre: imparable.
Con clásicos como “Rulando”, “En el campito” y “Nos vamos pal kely”, el público se entregó por completo al ritmo festivo de unos músicos que no necesitan presentación en casa. La noche ya era legendaria, pero ellos supieron cómo alargarla un poco más con energía, ritmo, saltos y groove.

Por todo esto, Icónica Sevilla Fest es más que un festival. Lo que se vivió anoche en Sevilla fue una celebración musical con mensaje. No por lo evidente, sino por lo sentido. Por la manera en que cada artista fue capaz de conectar, emocionar y hacer pensar. Una noche que habló de verdad, pero también de fiesta, de identidad, de comunidad.
La Plaza de España no fue solo un escenario: fue un punto de encuentro para quienes aún creen que las canciones pueden mover algo más que los pies. Y eso, en los tiempos que corren, es un logro que no se consigue todos los días.