La noche del sábado 22 de junio quedará grabada en la memoria de los asistentes al Icónica Santalucía Sevilla Fest, que una vez más convirtió la emblemática Plaza de España en un templo de emociones, música y encuentro generacional. En una velada marcada por el calor veraniego sevillano y una asistencia masiva que abarrotó cada rincón del recinto, el festival vivió una de sus jornadas más intensas y especiales de esta edición, con un cartel encabezado por los mexicanos Maná y acompañados por Duncan Dhu y Airbag como grupos invitados.

Desde la apertura de puertas a las 19:30 horas, la plaza comenzó a llenarse de un público diverso, donde jóvenes, adultos y familias compartían espacio, risas y expectativas. La música arrancó puntual, a las 20:00, con Airbag, el trío argentino que puso el primer acorde de la noche. Con su estilo desenfadado y potente, entre el punk-pop y el rock alternativo, ofrecieron un arranque eléctrico que sirvió de perfecto calentamiento. Guitarras rápidas, letras directas y actitud energética definieron su actuación.

A las 21:15 llegó el turno de Duncan Dhu, la mítica banda donostiarra liderada por Mikel Erentxun, que ofreció un viaje emocional por algunas de las canciones más icónicas del pop-rock en español de los años 80 y 90. El concierto fue animado, melódico y con un público completamente entregado, que acompañó a coro cada uno de los temas. El clímax llegó con su cierre apoteósico, cuando sonaron “Cien gaviotas” y “En algún lugar”, desatando una ovación generalizada y miles de voces unidas en un mismo canto nostálgico y alegre.

Pero el momento más esperado de la noche llegó a las 22:47, cuando, con unos minutos de retraso respecto al horario previsto, se apagaron las luces y comenzó el concierto de Maná, que se extendió hasta pasadas las 00:20 horas, en una demostración de fuerza escénica y conexión emocional pocas veces vista.

La banda mexicana arrancó su actuación con una tríada explosiva: “Hechicera”, “De pies a cabeza” y “Manda una señal”, esta última siendo la primera gran ovación de la noche. La voz de Fher Olvera, cálida y poderosa, se fundía con el entorno mágico de la Plaza de España, que vibraba con cada acorde y cada palabra. El vocalista, cercano y carismático, no dudó en compartir con el público anécdotas personales sobre el amor y el desamor, lo que añadió una dimensión íntima al espectáculo. Además, elogió en varias ocasiones la belleza de Sevilla y el privilegio de tocar en un lugar tan emblemático, lo que fue recibido con entusiasmo por los asistentes.

A lo largo del concierto, fueron cayendo los grandes himnos que han consolidado a Maná como una de las bandas más queridas del rock latino: “Corazón espinado”, “Mariposa traicionera”, “Te lloré un río”, y otros tantos que encendieron los ánimos y las gargantas de los miles de presentes.

Uno de los momentos más emotivos de la noche se vivió con la interpretación de “Eres mi religión”, una canción que Fher dedicó “a todos los que aman de verdad”. Antes de cantarla, el artista hizo una videollamada en directo a su hijo, dedicándole el tema entre lágrimas y sonrisas, en uno de los gestos más cercanos y conmovedores del concierto.

Justo antes de ese instante, el batería de la banda, el legendario Álex González, se adueñó del escenario con un solo espectacular. Sin artificios, frente a su batería, ofreció un momento íntimo y técnico que dejó sin aliento al público. Su virtuosismo fue aplaudido con fuerza, recordando por qué es considerado uno de los mejores baterías del mundo.

El tramo final del concierto fue una auténtica fiesta colectiva. Sonaron himnos como “Labios compartidos”, “Rayando el sol” y el contundente “Clavado en un bar”, que desembocó en el gran cierre, dejando a la Plaza de España coreando hasta el último acorde.

El concierto de Maná en el Icónica Santalucía Sevilla Fest fue mucho más que música: fue emoción, conexión, recuerdos y celebración. Una noche cálida en todos los sentidos, en la que el poder de la música derribó barreras generacionales y convirtió a Sevilla en el epicentro del rock latino. Una velada para no olvidar.

El público sevillano respondió con una entrega total, cantando y vibrando en cada canción, creando una atmósfera única. Maná, además de emocionar con su música, aprovechó el escenario para lanzar mensajes de justicia social, denunciando las desigualdades y recordando que la música también es una forma de compromiso con el mundo que nos rodea.

Una vez más, la impecable organización del Icónica Santalucía Sevilla Fest permitió una experiencia fluida y segura para el público, con accesos ágiles, puntualidad y un montaje técnico a la altura del entorno. Todo estuvo cuidado al detalle para disfrutar la música sin contratiempos.