The Groove Family siempre es una fiesta que no para de crecer

Mar 12, 2025

Anoche, el Café Berlín fue testigo de otro gran hito en la trayectoria de The Groove Family.

Después del sold out que lograron hace unos meses en Tempo, la banda dio un paso más grande y apostó por uno de los templos de la música en Madrid. Un movimiento arriesgado, sin duda, pero con una recompensa gigantesca: una sala prácticamente llena, un público entregado y uno de los bolos más potentes que les he visto hasta la fecha.

Fotos: Chema Muñoz Rosa
Fotos: Chema Muñoz Rosa

Es impresionante presenciar la evolución de esta banda en cada show, la manera en que han sabido convertir su música en un fenómeno que no deja de sumar adeptos. The Groove Family es, ante todo, un proyecto en crecimiento, pero lo que realmente impacta es la velocidad a la que están avanzando últimamente. Cada concierto es un nuevo escalón, y anoche quedó claro que están subiendo cada vez más rápido.

«Siempre decimos que no hay nada mejor que una banda que haga honor a su nombre. The Groove Family consigue ambas cosas: Transmitir groove por los cuatro costados y que los que entran se queden con ellos para siempre.»

Porque lo suyo no es simplemente dar un buen show. Lo suyo es crear una comunidad, una conexión que hace que la gente salga sintiéndose parte de algo más grande. Un detalle lo dejó claro: cuando Jay preguntó cuántos en la sala les veían por primera vez, al menos la mitad del público levantó la mano. Y lo mejor no es eso, sino lo que pasó después. Al final del bolo, hablé con varios de ellos, y todos coincidían en lo mismo: habían entrado con curiosidad y salido convertidos en parte de la Family. Porque así es como funcionan estos tipos. Allá donde hacen un bolo, dejan huella.


Personalmente, este concierto fue aún más especial. Jay y Carlos no son solo grandes músicos a los que admiro, son casi como mis hermanos. Y como en toda familia, es un orgullo inmenso ver cómo crecen, cómo evolucionan, cómo cada vez son más grandes sobre el escenario. Anoche lo comentábamos al final del bolo: Jay ya empieza a creerse una estrella. Y eso es lo mejor que podía pasar. Porque cuando un artista se lo cree, cuando asume su papel con seguridad, hace que todos los que estamos abajo también lo veamos como tal.

Y eso fue lo que pasó en el Berlín. Jay no solo cantó, lideró. Se movió con una confianza que no le había visto antes, se adueñó del escenario, elevó cada canción con su energía y actitud. Y Carlos, con su groove impecable, supo ser el motor perfecto de una banda que cada vez suena más afilada, más precisa, más imparable. Su puesta en escena ha crecido a pasos agigantados, y eso se nota en cada detalle.

El show fue una descarga de adrenalina de principio a fin. Una mezcla de funk, soul, energía desbordante y una química con el público que pocas bandas pueden generar de forma tan natural. The Groove Family no solo hace que la gente baile, hace que la gente se involucre, que coree, que se entregue sin reservas.

Cada bolo es una celebración, una reafirmación de que están destinados a cosas grandes. Lo de anoche no fue solo un concierto más. Fue otro paso firme en el camino de una banda que no deja de crecer, de expandirse, de consolidarse como una de las propuestas más frescas y auténticas de la escena.

Y lo mejor de todo: esto es solo el principio.

Siempre de la mano con ellos.

Contenido relacionado

Tal vez te gustaría leer esto