Si el Rototom Sunsplash es especial por su vibra y su diversidad, lo que ocurre cada noche en sus escenarios es la confirmación de por qué este festival lleva 30 años siendo único. Ocho días en los que la música fue la columna vertebral de una ciudad efímera levantada en Benicàssim, y que nos regaló conciertos históricos, descubrimientos inesperados y momentos que nos acompañarán mucho más allá del verano.
Aquí os dejamos nuestros favoritos (que no son pocos, y tampoco están ordenados por nada en concreto).
Dukes of Roots (feat. Lasai)

Hay festivales que se recuerdan por un cabeza de cartel, y otros que te marcan por el descubrimiento inesperado. Este año, sin duda, ese papel lo jugaron Dukes of Roots. Desde que sonaron las primeras notas a la armónica quedó claro que tenían algo distinto, un sonido que bebe de la raíz jamaicana pero que no se conforma con el molde clásico. Hay mucho blues en su reggae, un punto de sofisticación que les da personalidad propia, y sobre todo una voz que se te queda grabada: la de Mermans Mosengo, conocido por su trabajo en Playing For Change.
El concierto fue creciendo hasta convertirse en conversación de pasillo en el recinto: “¿los has visto?”, “¿qué locura es esta banda?”, “esto no me lo esperaba”. Y además tuvo la guinda: Tarrus Riley, que acababa de reventar el Main Stage, apareció en el Lion nada más terminar su bolo para cantarse un par de temas con ellos. Eso solo pasa en el Rototom: un artista consagrado cruzando el recinto para sumarse a una banda que, en ese mismo instante, se convertía en favorita de medio festival.
Y como si fuera poco, se sumó también Lasai, uno de los grandes referentes de nuestra escena, elevando aún más un show que ya era mágico. En un festival de descubrimientos, lo de Dukes of Roots fue el descubrimiento del año.
Tiken Jah Fakoly

No había mejor manera de cerrar el 30 aniversario. Tiken Jah Fakoly es mucho más que un músico: es un símbolo. Sus conciertos siempre son una mezcla de energía desbordante y discurso político afilado, un recordatorio de que el reggae nació como música de resistencia. En Benicàssim lo demostró una vez más.
Desde el primer minuto, Fakoly salió decidido a no dar respiro. Apenas dejó diez segundos entre tema y tema, encadenando canciones con una banda que sonaba como un bloque de granito. Su setlist estuvo más centrado en el reggae que en otras giras recientes donde predominaba lo africano, y eso le sentó de maravilla al cierre del Rototom: un concierto para cantar, saltar y sudar.
Ver a miles de personas unidas bajo su voz fue el broche perfecto para una edición histórica. Fue un show sin ningún adorno, pero con la fuerza de un huracán. Fakoly no necesita nada más que su presencia, su voz y su mensaje. Y anoche nos recordó que el reggae es, antes que nada, un grito de dignidad.
Steel Pulse

Hay bandas que, con 50 años de carrera, se conforman con vivir de la nostalgia. Steel Pulse no. Lo suyo es un ejemplo de cómo envejecer en el reggae con la motivación intacta. Su concierto en el Main fue una auténtica lección de profesionalidad y entrega.
David Hinds sigue siendo un frontman carismático, con esa voz reconocible al instante y esa manera de moverse que contagia energía. A su lado, Amlak Tafari y el resto de la banda mantienen un sonido compacto, de esos que suenan igual de potentes delante del todo que al fondo del recinto. Cada tema era un recordatorio de por qué esta banda es fundamental en la historia del reggae británico y mundial.
Es verdad que para los que ya les hemos visto varias veces la emoción inicial puede bajar un poco. Pero cada acorde, cada línea de bajo, cada coro, recordaba que Steel Pulse es patrimonio cultural del reggae. Y que escucharles en directo en el 30 aniversario del Rototom era un regalo que no olvidaremos.
Cimarons

Uno de los momentos más emocionantes de todo el festival fue ver a los Cimarons abriendo el Main Stage. No solo por su repertorio, sino por lo que representan. Son pioneros del reggae en Reino Unido, una banda que lleva desde los 70 defendiendo esta música con una energía que parece no apagarse nunca.
El concierto fue eléctrico desde el primer minuto. Su reggae tiene esa fuerza casi punk, una crudeza que contrasta con la suavidad de otras bandas, y que te sacude sin pedir permiso. Lo más emocionante fue haberles visto ensayar semanas antes en un aula de colegio para el Skank Festival, y luego ver cómo toda esa preparación estallaba en el escenario principal del Rototom.
No parecía un grupo veterano: parecía una banda joven en plena efervescencia. El público respondió con la misma energía, bailando cada tema como si fuera el último. Fue un recordatorio de que el reggae británico de los 70 sigue vivo, y que los Cimarons siguen siendo una de las formaciones más cañeras que se pueden ver en esto del reggae roots.
Abakush

Hay conciertos que no esperas y que acaban siendo lo mejor del día. Así fue con Abakush, un trío vocal femenino que fusiona reggae con jazz y góspel. Una propuesta distinta, elegante y profundamente espiritual que encajó como un guante en el Lion Stage.
Sus armonías vocales eran pura delicadeza, de esas que te hacen cerrar los ojos y dejarte llevar. Cada canción era un viaje en el que el reggae servía como base para explorar otros universos sonoros. Y lo mejor de todo es que no sonaba impostado: la fusión era natural, sincera.
El público lo entendió rápido, y lo que empezó como un concierto curioso se convirtió en una de las experiencias más comentadas de la semana. En un festival de tanta oferta, Abakush lograron destacar con luz propia. Para nosotros, uno de los conciertos más bonitos y sorprendentes del 30 aniversario.
Mortimer

El reggae también es introspección, y Mortimer lo demostró con un concierto que fue puro viaje espiritual. Su voz tiene esa capacidad rara de hipnotizar, de envolverte en un bucle del que no quieres salir. Y eso fue exactamente lo que pasó: la gente cerraba los ojos, balanceaba la cabeza y dejaba que cada nota le atravesara.
Su directo no se basó en la espectacularidad, sino en la conexión emocional. Un set perfecto para demostrar que las nuevas generaciones del reggae tienen mucho que decir, y que Mortimer no es solo una promesa, sino una realidad en ascenso.
Música para el alma, hecha con honestidad y con una calidad vocal que ya querrían muchos veteranos. Uno de esos conciertos que no levantan titulares, pero que se quedan grabados en lo más profundo.
Spice

Si el reggae es para el corazón, el dancehall es para el cuerpo. Esa frase que nos dijo una chica el primer día se nos ha quedado grabada y define perfectamente lo siguiente que vamos a escribir. Nadie representa mejor esa frase que Spice, la auténtica reina del género. Su show fue un torbellino de carisma, sensuealidad/sexualidad y fiesta desbordada. Desde que pisó el escenario, lo convirtió en su territorio, y durante una hora lo que se vivió fue pura explosión erótico-jamaicana.
Spice tiene tan claro el tipo de espectáculo que quiere dar que cada gesto, cada mirada, cada coreografía, está pensada para arrastrar al público a su terreno. Y lo consigue sin esfuerzo. El Main Stage se convirtió en una pista de baile masiva, con miles de personas contagiadas por este show tan diferente al resto. Otras tantas es verdad que se fueron al poco de comenzar. No es para todos los públicos, y lo entiendo. Quizás en otro contexto a mi tampoco me hubiese gustado.
Kumar Fyah

En el otro extremo del espectro está Kumar Fyah. Si Spice fue fuego, él fue agua: calma, espiritualidad, conexión. Su concierto en el Lion fue de esos que te abrazan el alma. Kumar tiene una de las voces más puras del reggae actual, capaz de transmitir paz y emoción constantemente.
El público respondió de la mejor manera: en silencio cuando había que escuchar, en unísono cuando había que cantar. Fue un concierto honesto, que demostró que el reggae sigue siendo un lenguaje directo al corazón. Digamos fue como un respiro necesario, un recordatorio de que esta música también se vive desde la calma y la contemplación.
Dub FX

Ver a Dub FX en directo es como ver magia hecha música. Lo que este tipo hace con su voz y un loopeador no tiene comparación. Durante más de una hora construyó capas de sonido en directo, combinando beatbox, melodías vocales y saxofón, hasta crear un mural musical que parecía imposible que saliera de una sola persona.
Su concierto fue una demostración de creatividad extrema, de cómo la tecnología y el talento pueden fusionarse para dar algo único. Cada tema era distinto al anterior, con momentos de improvisación que nos dejaron alucinados.
Sí, es verdad que echamos en falta algo más de beatbox puro, pero incluso así, el show fue impresionante. Dub FX no es solo un músico, es un alquimista del sonido. Y verle en el Lion del Rototom fue uno de los lujos de esta edición.
The Wailers

Hablar de The Wailers es hablar de la historia misma del reggae. Hoy, comandados por Aston Barret Jr., funcionan como una maquinaria perfecta para mantener vivo el legado de Bob Marley. Su concierto fue, literalmente, un repaso de clásicos que el público recibió como himnos universales.
Algunos podrían decir que hoy en día son “la mejor banda de covers de Marley del planeta”. Y aunque suene irónico, es exactamente eso: nadie puede interpretar esas canciones con tanta legitimidad ni con ese nivel de perfección.
El momento más especial llegó con la aparición de Julian Marley, que no solo cantó con ellos, sino que lo hizo con la naturalidad de quien lleva ese repertorio en la sangre. Un concierto que no buscaba sorprender, sino emocionar. Y lo consiguió.
Morgan Heritage

Lo de Morgan Heritage fue el concierto sin duda más emocionante de toda la edición. Con el reciente fallecimiento de Peetah Morgan, el concierto se convirtió en un homenaje sentido y precioso. Cada canción estaba cargada de un peso emocional tremendo, y el público lo vivió con respeto y cariño.
La banda mostró una fortaleza admirable: no es fácil salir a un escenario con una ausencia tan grande, pero lo hicieron con una entrega que arrancó lágrimas. El concierto más bonito del festival, no por la espectacularidad, sino por lo que significaba: duelo, memoria y celebración de quienes ya no están.
Emeterians

El orgullo de nuestra escena nacional. Los Emeterians dieron uno de los conciertos más especiales de esta edición, y eso que arrancaron a las 2:30 de la madrugada, cuando muchos ya habían tirado la toalla. Los que aguantamos vivimos un show inolvidable.
Más de una hora de reggae lleno de vida, con un desfile de invitados que les acompañaron en su vigésimo aniversario y que hicieron de aquello una auténtica fiesta: Tiago Bless, Pipo Ti, Alana Sinkey, Mellow Mood, Lasai… cada aparición sumaba energía y más energía. Lo que transmitieron fue amor por la música y por la comunidad reggae, un espíritu de familia que pocos logran en un escenario. Uno de esos conciertos que justifican trasnochar y sacrificar horas de sueño. Porque cuando un bolo se te pasa volando, sabes que ha sido grande. Y el de Emeterians lo fue, y mucho.
L’Entourloop

Si hubiera que dar un premio al grupo que mejor sabe manejar los tiempos de un show, sería para L’Entourloop. Lo suyo fue una masterclass de cómo convertir un concierto en una fiesta de principio a fin.
Lo más sorprendente es que no repitieron fórmula: trajeron un show renovado, con visuales nuevos, un ritmo distinto y un control absoluto de la energía del público. Es impresionante cómo son capaces de ser elegantes y cañeros a la vez, sofisticados y fiesteros al mismo tiempo.
Sí echamos de menos a Nzeng en la trompeta, pero incluso con esa ausencia, su directo fue un 10 en todo: sonido, puesta en escena, conexión. De esas bandas que parecen diseñadas para la madrugada del Main del Rototom. Cada vez que vienen, suben el listón un poco más.
Saïan Supa Crew

El reencuentro más inesperado y uno de los grandes bombazos del festival. Saïan Supa Crew son leyenda del hip hop francés, y había dudas de si este regreso sería un movimiento nostálgico o una verdadera vuelta con ganas. La respuesta fue clara desde el primer tema: venían a liarla parda.
Cuatro de los seis miembros originales en el escenario, cada uno con su estilo inconfundible, y una compenetración que parecía no haberse perdido nunca. Un show de hip hop en estado puro, con flows diferentes, coros explosivos y una química que convirtió el concierto en una celebración colectiva.
No era solo un viaje al pasado: era una demostración de que siguen teniendo mucho que decir. Para mi, sin duda, uno de los mejores bolos (os diría que el mejor) de rap que se han visto en el Rototom. Y uno de los que más recordaremos de este 30 aniversario.
Y todo lo demás…
Claro, el Rototom no son solo los conciertos que hemos destacado. Ocho días de festival dan para muchísimo más, y sería injusto no mencionar todo lo que pasamos a ver aunque fuese un ratito o los que directamente no nos molaron.
El Main Stage se abrió con bandas históricas como Third World, que mezclaron reggae y soul con una elegancia que sigue sorprendiendo después de tantos años en activo. También estuvo Ana Tijoux, una de las raperas más influyentes en castellano, que regaló un concierto cargado de fuerza, poesía y mensaje, y que conectó con un público que la recibió con los brazos abiertos.

Hubo espacio para el mainstream jamaicano con Shaggy, que tiró de clásicos como si fueran cartas ganadoras, con un batería que puso patas arriba el escenario y un público entregado, aunque con un show que a a mi me supo a bastante poco. En el lado contrario, la frescura inesperada de Kaylan Arnold, que se estrenaba en Europa con un concierto lleno de carisma y que nos convenció de que volverá más pronto que tarde, con más tablas y con más temas propios.

Mellow Mood confirmaron por qué son de las bandas más queridas del reggae europeo, con un show que se alargó hasta bien entrada la madrugada en el Lion y que incluyó colaboraciones de lujo como Sr Wilson y Lasai. Esa mezcla de energía, complicidad y fiesta a las dos de la mañana es la esencia de lo que significa Rototom.
Mango Wood poniendo algo early reggae y rocksteady en esta edición. Brillantes y elegantes los madrileños.
Burning Spear, que no nos transmitió mucho. Quizás fue cosa nuestra, o quizás fue que directamente no fue un buen show, pero nos quedamos con la sensación de que quizás nos podíamos haber ahorrado verle de nuevo.

Por el Main también pasaron nombres como Tribal Seeds, que trajeron su reggae californiano —lineal, sí, pero hipnótico—, o Koffee, una de las artistas más esperadas, que dejó un show bastante malo, apoyado en demasiadas voces pregrabadas y con poca chispa en directo. Tarrus Riley, del cuál, sin dar un mal show, nos esperábamos más. Y Ki-Mani Marley, que hizo otro karaoke de Bob Marley sumado a sus 3-4 hits, y eso, 2 días antes de ver a los Wailers, pues nos aburrió.
Y entre tantas leyendas, no podemos dejar fuera a Misty in Roots, pioneros del roots británico, ni a los cubanos Orishas, que convirtieron la noche en una fiesta de orgullo cultural, con un concierto festivo pero cargado también de emoción. Son de esas bandas que llevan la bandera de su país por el mundo y que se sienten en casa en un festival como este.

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¡Hasta el año que viene!
















