Kawaii fury, pogos y un fin de gira de Hanabie para recordar

por | Dic 3, 2025

Texto y fotos: Julián Corro

El auge del metal asiático lleva años avisando, pero ahora mismo ya es una realidad que llena salas en Europa. Y Madrid no fue la excepción: Hanabie colgó el Sold Out en la Sala Mon, confirmando que el metal japonés vive un momento de absoluta explosión. No es casualidad. Este cuarteto ha logrado encontrar un punto imposible entre agresividad, cultura pop, dulzura estética y fiereza sonora. Un contraste tan bien ejecutado que, cuando las ves en directo, entiendes por qué están creciendo a esta velocidad.

La banda salió a escena con esa mezcla tan suya de colegialas kawaii y “terreneitors” —tiernas en apariencia, demoledoras en sonido—, arrancando gritos desde el primer minuto. Yukina, líder y vocalista, volvió a demostrar por qué su nombre ya suena fuerte fuera de Japón: sus guturales, afilados y precisos, hipnotizaron por completo a una sala que se entregó desde el primer segundo. A su lado, Matsuri y Hettsu se movían sin parar, siempre sonrientes, siempre contagiando buen rollo, saltando como si fuera el primer día de la gira… justo cuando era el último.

La banda ya había avisado de su potencial el año pasado en Leyendas del Rock, donde firmaron uno de los conciertos inesperadamente más celebrados del festival. Muchos de los que estaban en la Mon venían con ese recuerdo fresco. Otros llegaban por curiosidad, pero pronto descubrirían que la propuesta de Hanabie se vive mejor en primera persona que en cualquier vídeo viral.

La noche empezó fuerte con “O•TA•KU”, un inicio que funcionó como declaración de intenciones. Primero salió la Yukina más delicada, casi etérea, y en cuestión de segundos se transformó en una bestia escénica. Ese doble rostro, kawaii y salvaje, es la esencia del grupo.

El repertorio giró en torno a “Reborn Superstar!”, su último álbum y el primero íntegramente en inglés. Su directo confirmó lo que ya se intuía en estudio: es su trabajo más internacional, más preparado para romper fronteras. Pero también hubo espacio para clásicos que ya son himnos entre sus seguidores: “We Love Sweets”, “Bucchigiri Tokyo” o ese “Spicy Queen” que desató auténticas avalanchas de gritos.

Los pogos fueron protagonistas desde bien temprano: con “メタ盛るフォーゼ (Metamoruphose!)” la sala entera vibró —literalmente—, algo casi cómico teniendo en cuenta el tamaño de la Mon. Y en “NEET GAME” apareció ese espíritu friki que todos llevábamos guardado, el guiño a una cultura que Hanabie integra sin complejos en su sonido y su estética.

La energía que transmitían dejaba clarísimo que era su último concierto de la gira: había un punto de libertad, de despedida, de alegría desbordada. Incluso una pareja de metaleros que, según contaban, venían “solo por curiosidad”, terminó rendida, cabeza abajo, reconociendo que Hanabie es mucho más que una estética simpática.

En la recta final llegó uno de los momentos más emotivos con “Osaki ni Shitsurei Shimasu.” Una canción que, para muchos, tiene un significado especial, y que tú mismo vinculas a tu viaje reciente por Japón. Ese tipo de temas que conectan más allá del directo, que despiertan recuerdos personales.

El cierre fue una celebración pura con “L.C.G” y la fantástica “Sentimental☆Heroine”, que acabó de rematar la paliza emocional y física. Una última sacudida de energía antes de despedirse de un público agotado pero feliz, lleno de agujetas en las piernas y también en el corazón.

Hanabie llegó a Madrid como una banda prometedora dentro del metal japonés y salió como una realidad absoluta. Su directo no solo es contundente: es divertido, frenético, teatral, cercano y sorprendentemente emotivo. Si siguen así, lo de la Sala Mon será solo el principio. Porque lo que está claro es que Hanabie ha dejado de ser “una curiosidad nipona” para convertirse en uno de los nombres más excitantes de la nueva escena metal mundial.

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