La noche asturiana prometía en una nueva actuación de la múltiple oferta sonora de las fiestas de San Mateo en la capital del Principado de Asturias, Oviedo. Una ciudad que cada año se vuelca en unas fiestas pensadas para todo tipo de público, y era la noche del Rock más ochentero.
Antes de que Europe tomara el escenario en la noche del 13 de septiembre de 2025, el Pabellón de la Eria de Oviedo ya había vivido una primera explosión de energía, cortesía de los teloneros que hicieron rugir el recinto con su desbordante presencia. Baja California, la banda que abrió el concierto para los reyes del Hard Rock, se encargó de encender los ánimos de las más de 5000 personas que esperaban ansiosas a Europe. Y lo hizo con una entrega total, con una química palpable y una interacción constante con el público, que dejó claro que los teloneros no iban a ser una mera introducción, sino que serían una parte esencial de la experiencia de esa noche.

Desde el momento en que Baja California pisó el escenario, el ambiente se cargó de una energía explosiva que hizo sentir a los asistentes que lo mejor estaba por llegar. La banda, que se caracteriza por su mezcla de rock contundente y toques de sonidos frescos, se entregó de lleno a su actuación. No hubo lugar para la calma, ni para los rodeos; Baja California fue directo al grano, y su sonido se sintió poderoso, claro y preciso.
El vocalista, con su presencia magnética, se erigió como el alma del espectáculo. Su capacidad para conectar con el público fue impresionante, manteniendo una interacción constante a lo largo de todo el show. Ya desde el primer tema, “El Mejor Error”, quedó claro que el cantante no solo dominaba el escenario, sino que sabía cómo hacer que cada uno de los presentes se sintiera parte del espectáculo. Su voz, llena de matices y con una potencia que resonaba en cada rincón del Pabellón, se convirtió en una de las protagonistas indiscutibles de la noche. A cada verso, el vocalista invitaba al público a cantar con él, a saltar, a dejarse llevar por la energía de la banda.
Baja California no se limitó a tocar canciones; vivieron cada una de ellas con pasión. “Reina De Hielo”, un tema que combina riffs afilados y una base rítmica vibrante, causó furor entre los asistentes. Era uno de esos momentos donde el público respondía como si la canción fuera parte de su propio ADN. La banda sabía cómo mantener la tensión, cómo alternar momentos de mayor intensidad con otros más melódicos, creando una atmósfera que fluía de manera natural. En “Tiempo Suicida”, por ejemplo, la guitarra se adueñó de la escena con un solo lleno de carácter, y la batería de la banda marcó un ritmo que se sentía casi visceral, como un latido compartido entre los músicos y el público.

Uno de los momentos más destacados de la noche fue cuando la banda interpretó su popular «Indomable”. La canción arrancó con un riff que rápidamente puso a todos los presentes a moverse. A medida que avanzaba, la interacción entre el público y Baja California se intensificó. El vocalista, con su energía contagiosa, se acercaba al borde del escenario, lanzando gestos y sonrisas que eran recibidos por una multitud completamente entregada. Al llegar al estribillo, el público coreaba con tanta fuerza que parecía que el tema pertenecía ya a todos, no solo a la banda.
El sonido de la banda fue impecable. A pesar de ser una banda de apertura, Baja California mostró una calidad sonora que muchos envidiarían. Cada instrumento se escuchaba de forma nítida y balanceada, lo que permitía disfrutar al máximo de los detalles de su música. La guitarra sonaba potente, la batería marcaba una base sólida y la voz del cantante nunca se desdibujó, sino que brillaba con claridad a lo largo de todo el set.
No hubo momento en que Baja California dejara de involucrar al público. Cada canción, cada acorde, cada palabra fue una invitación a ser parte de algo grande. Y eso fue exactamente lo que ocurrió: la audiencia no solo escuchaba, sino que se fusionaba con la banda, creando una atmósfera de complicidad que superó las expectativas de cualquier telonero. La energía fue tal que, cuando Baja California se despidió del escenario con un agradecimiento sincero, la multitud no quería dejar de aplaudir.
Al final, la banda dejó claro que, a pesar de ser la banda de apertura, se habían ganado el respeto y la admiración del público asturiano. Baja California no fue solo un preludio antes de Europe; fue un espectáculo en sí mismo. Con su entrega incondicional, su potente sonido y su capacidad de conectar de manera auténtica con la audiencia, demostraron que el futuro del rock está en buenas manos. Sin duda, su actuación en Oviedo fue una de esas que quedarán grabadas en la memoria de quienes tuvieron la suerte de presenciarla.

LA HORA Y MEDIA DE EUROPE FUE UN VIAJE AL PASADO EN UNA NAVE MUY MODERNA
La noche que ofrecieron el quinteto sueco quedará grabada en la memoria de todos los presentes en el Pabellón de la Eria de Oviedo como uno de esos momentos en los que el tiempo parece detenerse, donde las melodías y los acordes se funden con el alma de los asistentes, y el Hard Rock de Europe se erige como un símbolo de resistencia, emoción y transcendencia en la historia de la música. Europe, la banda que ha sido un pilar fundamental del género desde su formación en los años 80, volvió a Oviedo para ofrecer una actuación que, más allá de los acordes afinados y la potencia de la batería, supuso una travesía emocional para todos los que estaban ahí. En el marco de las fiestas de San Mateo, la inclusión de los suecos ha sido uno de los grandes aciertos del Ayuntamiento de la ciudad.

Era una noche fresca, pero cargada de una energía palpable en el aire. El Pabellón de la Eria, con una capacidad superior a las 5000 personas, estaba lleno de una multitud que esperaba ansiosa el inicio de la velada. El bullicio en la cola, la emoción en las caras de los fans que no podían evitar cantar los clásicos de la banda antes del concierto, y las conversaciones sobre el legado de Europe mostraban lo que realmente significaba ese concierto para Oviedo. La gente no solo venía a ver a una banda, sino a rendir homenaje a una de las formaciones más icónicas del Hard Rock europeo.
La llegada de la banda
A las 21:30 horas, las luces se apagaron, y el rugido de la multitud fue ensordecedor. Los primeros acordes de guitarra, seguidos por el característico sonido de la batería, hicieron vibrar el recinto. Europe estaba en escena, y el concierto prometía. Desde el primer momento, la banda se mostró tan vibrante y enérgica como en sus mejores tiempos. Joey Tempest, con su inconfundible presencia y voz, tomaba el micrófono y parecía como si el tiempo no hubiera pasado. Los años no habían pasado factura a la banda; más bien, la habían convertido en una máquina de hacer vibrar a sus seguidores, con un sonido fresco pero anclado en la tradición que los hizo legendarios.

El viaje musical: de clásicos a nuevas canciones
El concierto comenzó con “Superstitious”, el primer tema de su álbum Out of This World (1988), que rápidamente calentó el ambiente. La gente coreaba el estribillo, mientras las guitarras de John Norum y Mic Michaeli inundaban el espacio con su fuerza. Joey, con su mirada intensa y su sonrisa, se entregaba al público, como un líder en un viaje hacia lo desconocido. Cada acorde de Norum, las poderosas líneas de bajo de John Leven, y las baterías de Ian Haugland transmitían una sensación de solidez, de algo que ha perdurado, y que sigue vivo.
A lo largo de la primera parte del concierto, Europe navegó entre algunos de sus temas más emblemáticos: “Rock the Night”, “Carrie”, “Open Your Heart” y “The Final Countdown”. Cada una de estas canciones fue recibida con vítores y aplausos, pero la verdadera magia llegó cuando la banda tocó las canciones más personales, aquellas que conectan con los recuerdos, las historias compartidas, y las emociones que cada nota evoca.
“The Final Countdown”, el himno indiscutible que define a Europe y al Hard Rock de los años 80, fue el momento culmen de la noche. Cuando las primeras notas de teclado comenzaron a sonar, un grito colectivo surgió de la multitud. La gente, de todas las edades, comenzó a saltar, a cantar y a dejarse llevar por la nostalgia. La letra, que durante décadas ha sido un símbolo de esperanza, lucha y superación, resonó como nunca. 5.000 personas unidas por una canción que se ha convertido en un himno atemporal. Era imposible no dejarse llevar por la emoción, por la fuerza de una melodía que ha trascendido generaciones.

Pero lo que realmente hizo de “The Final Countdown” una experiencia tan especial esa noche fue la reacción del público. Durante el estribillo, cuando la voz de Tempest se elevó, la multitud cantó con tal pasión que incluso los músicos se detuvieron, sorprendidos y con sonrisas de satisfacción. No era simplemente un “coro” de miles de personas: era una verdadera comunión, un momento de unidad que solo el Hard Rock puede provocar. En ese instante, la Eria se convirtió en una cápsula del tiempo, donde las décadas de música que Europe ha dado al mundo se concentraron en esa única canción, uniendo a todos, viejos y jóvenes, bajo el mismo sentimiento.
Un homenaje al Hard Rock y su legado
El Hard Rock, ese género que ha sido la columna vertebral de un sinfín de bandas a lo largo de los años, fue el verdadero protagonista de la noche. Europe, a través de sus canciones, reafirmó su papel en la historia de la música. A lo largo de la velada, quedó claro que el Hard Rock no solo ha sido música para el baile o para la rebeldía, sino una forma de vida, una manera de enfrentarse al mundo con fuerza, pasión y determinación.
El Hard Rock ha sido un catalizador emocional para muchas generaciones. Ha sido la banda sonora de momentos históricos, de luchas personales y sociales, y de la constante búsqueda de libertad. Europe, con su presencia arrolladora y su sonido inconfundible, demostró por qué siguen siendo una de las bandas más importantes del género.

El final: un agradecimiento eterno
Para el cierre, Europe no podía dejar de lado el símbolo que ha sido su mayor legado: “The Final Countdown”. Es la canción menos Europe de la banda, pero fue la que les hizo conocidos . Un tema que demuestra que tontear con la industria más comercial puede ser a veces un acierto. Con los primeros acordes de sintetizador y un fondo estrellaso, una nueva explosión de energía recorrió el recinto. Los fans, loa seguratas, los bomberos (héroes), l@s camarer@s, tod@s l@s asistententes, conscientes de que esa era la última vez que vivirían la canción esa noche, no dejaron de cantar, de aplaudir, de emocionarse. El concierto llegó a su fin, pero el eco de la música de Europe seguiría resonando mucho después de que las luces se apagaran.
La banda agradeció una vez más al público, mientras se retiraban del escenario, conscientes de que Oviedo había sido testigo de una noche que no sería olvidada. No solo por la grandiosidad de los riffs, las melodías o las letras, sino por la energía emocional compartida, por el poder del Hard Rock, un género que sigue siendo el motor de miles de personas alrededor del mundo.
Europe dejó claro que esa noche fue mucho más que un concierto. Fue una celebración del legado de una banda que ha dado tanto al mundo de la música, y una prueba de que el Hard Rock sigue siendo, por siempre, un lenguaje universal. Corto pero intenso, aunque se echaron de menos algunos temas, lo cierto es que nunca fallan y están en plena forma.







