Rory Graham —más conocido como Rag’n’Bone Man— es un de esas voces que no necesitan presentación ni autopromoción, porque desde la primera nota ya lo dicen todo. Una voz que no se olvida. Que aparece una vez cada diez años si hay suerte. Como la de Kaleo. Como la de Teddy Swims. De esas que no salen del pecho: salen del alma.
Este verano tendremos la suerte de tenerlo cerca, en dos citas que apuntan a ser de las más emotivas del calendario musical: el 1 de julio en el Real Jardín Botánico de Madrid y el 18 en el Poble Espanyol de Barcelona. Ambas dentro del exquisito ciclo alma Occident, que este año ha reunido una constelación de voces capaces de tocar la fibra.
Rag’n’Bone Man se dio a conocer mundialmente en 2016 con Human, una canción que mezclaba blues, hip hop y verdad sin filtros. Desde entonces ha seguido cultivando un estilo muy suyo: un cruce entre el soul más puro y el folk urbano, entre el gospel y las confesiones nocturnas. Su voz de barítono no imita a nadie ni busca sonar moderna: es atemporal, como si arrastrara siglos de dolor y esperanza.

Su segundo álbum, Life by Misadventure, profundizó todavía más en esa herida hermosa que es su música. Habla de salud mental, de ser padre, de crecer y romperse. Pero sobre todo, habla sin postureos. Porque si algo caracteriza a Rory Graham es que no hay nada impostado en él. Ni en su historia, ni en sus letras, ni en su voz.
El ciclo alma Occident le coloca en un cartel lleno de matices —Camila Cabello, The Cult, Residente, Natalia Lacunza, Guitarricadelafuente—, pero lo suyo será probablemente uno de esos conciertos que dejan a todo el mundo en silencio. Porque cuando canta Rag’n’Bone Man, no hay coreografía ni visuales que compitan. Solo queda escuchar.
Y a veces, eso es lo único que necesitamos.
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