Cuando la música es solo el principio: Un viaje de locura, outfits y gente emocionada que nos confirma que nos encanta esta semana.

Con dos compañeros de aventuras a mi lado, cargados de energía y con la adrenalina en ebullición después de la pedazo de locura vivida aquí el año anterior, nos lanzamos nuevamente a la odisea que representa el Arenal Sound. Este festival, al que ya hemos bautizado como el templo de la música urbana, el santuario de la juventud, el paraíso de los outfits y el escenario donde las lágrimas de emoción son parte del espectáculo, se ha convertido en una cita fijísima en nuestro calendario.

El año pasado, el Arenal nos regaló algunos de los mejores momentos festivaleros del verano, y eso que, si somos honestos, es uno de los festivales más alejados de nuestros gustos musicales habituales. Sin embargo, salimos de allí con la firme convicción de ser auténticos «sounders», y como tales, reservamos inmediatamente la fecha de la edición 2024 en el calendario.

Este año, el cartel no prometía grandes emociones a primera vista. Al menos, a nosotros. No había ningún nombre que nos hiciera vibrar de inmediato, lo cual solo aumentaba nuestra curiosidad por descubrir lo que estos artistas, con tanta repercusión en la escena actual, tenían para ofrecer.

«Más allá de los beats y las luces, el Arenal es un ritual de juventud, donde cada latido resuena como un himno y cada sonrisa es una promesa de volver.»

La comunidad de sounders, en su mayoría veinteañeros, tiene una actitud contagiosa y positiva que te absorbe desde el primer momento. La famosa piscina del Arenal, que ya es todo un icono, es el epicentro de una fiesta constante bajo un sol abrasador.

Este año notamos una menor afluencia de público en comparación con el año pasado, lo que, desde nuestro punto de vista, fue una mejora increíble. Cero aglomeraciones, lo que permitió disfrutar aún más de cada momento durante los cuatro días de festival.

Y en cuanto a lo musical, pues la verdad es que hubo muchas más actuaciones que nos gustaron de las que imaginábamos por gustos musicales. Os comentamos aquí las más reseñables:

Aitana: Entramos a su show esperando algo dirigido a niñas de 12 años, pero nos llevamos una grata sorpresa. La chica tiene un encanto natural, una voz que destaca, y aunque su estilo musical no le haga plena justicia, la puesta en escena fue impresionante. Sin duda, un show que estuvo bastante guay.

Cali y el Dandee: Los veteranos del reggaetón nos ganaron el corazón, no solo por su música, sino también por la experiencia de trabajar como sus fotógrafos oficiales. Cosas de los fosos. Sus ritmos y letras nos transportaron a las mejores épocas del género.

Gente de Zona: De estos cubanos no teníamos idea antes del festival, pero se convirtieron en una de las grandes sorpresas. Su fusión de música urbana con sones cubanos, mambo y chachachá fue simplemente brutal. Se destacaron como una de las mejores propuestas del Arenal.

La Pegatina: El primer show que vimos al llegar el jueves al festi, y ya es la quinta vez que los disfrutamos este año. A pesar del calor abrasador, no nos resistimos a su energía contagiosa. Cada actuación de La Pegatina es una fiesta que no te cansas de vivir.

Louis Tomlinson: El ex-integrante de One Direction empezó fuerte, pero su actuación se fue desinflando poco a poco. Sin embargo, el fervor de sus fans fue algo digno de verse, superando incluso a los fans de Aitana y Lola Índigo.

Nil Moliner: Aunque solo habíamos oído su nombre, su directo fue una revelación. Su propuesta, respaldada por una banda completa con sección de vientos, nos cautivó. Es un artista que no se limita a un solo género, y eso es lo que más nos gustó.

Maikel Delacalle: El mejor directo en este formato minimalista que tan poco nos gusta de DJ y cantante.

Henry Méndez: Montó el mayor fiestón del festival con un repertorio de reggaetón clásico. Fue fascinante ver cómo la gente joven se entregaba más a estos clásicos que a los hits modernos. Hay algo en esos ritmos antiguos que sigue siendo irresistible.

Lola Índigo: Cerró el Arenal con un show impresionante, visualmente espectacular y con una energía que solo una auténtica frontwoman puede desplegar. Aunque no somos expertos en estos géneros, estamos seguros de que es la reina indiscutible de la escena en España. Repetiríamos su show una y otra vez.

Más allá de la música, el Arenal Sound es una experiencia en sí misma.

Escribiendo estas líneas, siento una resaca emocional que me golpea fuerte. Ahora solo queda esperar 365 días para repetir esta locura. Pero que quede claro, la repetiremos al 100%, sin duda alguna.

 

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