Funk afrocubano, flow arrollador y una energía que ni un viaje transatlántico pudo frenar.

Crónica y fotografías: Kenyi Yoshino (Territorio Music)

Anoche el Teatro Eslava de Madrid (un lugar que hacía muchos años que no visitábamos) volvió a ser escenario de una fiesta para nuestro body, esta vez gracias a Cimafunk y su arrolladora propuesta de funk con raíces afrocubanas. No es fácil encontrar un directo que despierte tantas ganas de bailar desde el primer acorde, y es que este grupo cubano tiene algo especial: un groove que te atrapa y un talento desbordante que convierte cada canción en pura gozadera.

Cimafunk, liderado por el carismático Erik Iglesias Rodríguez, se ha ganado una reputación global como una de las bandas más originales del panorama actual. Muchos les descubrimos gracias a su increíble Tiny Desk Concert de NPR, un escaparate perfecto para su sonido fresco, lleno de matices y de una energía que contagia. 

Comentábamos antes de que empezase el bolo que unas horas antes, Cimafunk había estado presente en la gala de los Grammy en Estados Unidos, y directamente desde allí habían viajado a Madrid. A pesar del evidente desgaste que un viaje así implica, no hubo señales de cansancio. Desde el primer momento, la banda se entregó al público con la misma pasión que si fuera su única actuación del año. Está claro que cuando amas lo que haces, no hay límites.

«Cuando el flow es real, ni un mal sonido puede apagar la chispa de una noche como esta.»

Aunque el sonido fue bastante malo para nuestro gusto, la calidad individual y colectiva de Cimafunk brilló por encima de cualquier inconveniente técnico. Cada miembro de la banda tiene un flow que se percibe a kilómetros: el groove impecable del bajo, la percusión que parecía sincronizarse con los latidos del público, y los vientos, también coros, que daban un toque vibrante y dinámico a cada tema. El teclado y la batería se combinaban para crear una base rítmica sólida, mientras que la guitarra aportaba momentos de groove y momentos de virtuosismo. Cada solo, cada interacción entre ellos, era una muestra de su maestría musical, incluso cuando se tenían que guiar en algún tema/impro.

Pero sí, el sonido muy malo, la voz apenas se escuchaba, los coros menos, y la compensación sonora entre todos los instrumentos no existió. Nos movimos por la sala buscando un punto donde la mezcla fuese más nítida, pero lamentablemente no lo encontramos.

A pesar de esto, la noche fue una auténtica fiesta y el ambiente y la comunicón cubano/española fue brutal.
Y quedó demostrado al final del concierto, cuando el escenario se convirtió en la pista central de baile y diversión.

Cada integrante de Cimafunk demostró ser una fiera musical, pero lo que realmente les hace destacar es su capacidad para disfrutar de lo que hacen y transmitirlo. En el escenario no hay egos ni poses, solo puro amor por la música. Y eso, unido a la magia del funk afrocubano, hizo que el público se entregara sin reservas.

Gracias a Summum Music por traer a Madrid propuestas tan únicas como esta. Promotoras valientes y originales siempre en nuestro team.

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