Sevilla, 14 de julio. Lo de anoche en la Plaza de España no fue un simple concierto: fue un fenómeno pop en estado puro, una epifanía musical y visual que consagra a Kylie Minogue como lo que es: un astro imbatible de la cultura popular contemporánea. En el cierre del Icónica Santalucía Sevilla Fest 2025, la artista australiana ofreció un espectáculo deslumbrante que transformó el corazón monumental de Sevilla en una galaxia de luces, ritmo y comunión emocional.
Y no solo por la música: fue una exhibición de carisma, elegancia, sensualidad y poder escénico como pocas veces se han presenciado en territorio andaluz.
Este fue además su único concierto en toda Andalucía dentro de la gira, lo que elevó la expectación a niveles máximos. A pesar de celebrarse en lunes, más de 12.000 personas llenaron la emblemática Plaza de España, demostrando el poder de convocatoria y la fidelidad que Kylie despierta entre sus seguidores.

Minogue, que lleva más de 35 años de carrera ininterrumpida, con más de 80 millones de discos vendidos, un Grammy, tres BRIT Awards, un MTV EMA y el histórico récord de ser la única artista femenina en debutar en el número uno de las listas británicas en cinco décadas consecutivas, no vino a mirar atrás, sino a celebrar su presente glorioso. Y vaya si lo hizo.
Desde el primer minuto, a las 22:32 horas, apareció sobre el escenario como un torbellino estelar al ritmo de “Lights, Camera, Action”. Ahí comenzó un viaje frenético que mantuvo en pie a más de 12.000 personas durante más de una hora y media de pura euforia, sin tregua, ni un solo segundo sin brillo.
Y hablando de brillo: los cambios de vestuario merecen una tesis. Hasta siete looks diferentes, cada uno más impresionante que el anterior, convirtieron a Kylie en un camaleón pop que se movía con la fluidez de una diosa escénica entre lo galáctico y lo glamuroso, lo retro ochentero y la vanguardia futurista. Lentejuelas, cuero, transparencias, estructuras arquitectónicas, monocromos escarlata, plateados líquidos… Cada aparición suya era un nuevo impacto estético que arrancaba vítores como si se tratara de una pasarela de alta moda convertida en espectáculo pop.
El repertorio fue una cátedra de cómo construir un concierto para todas las generaciones. Desde los himnos eternos como “In Your Eyes”, “Get Outta My Way” o “The Loco-Motion” —donde la nostalgia se abrazó al presente—, hasta su faceta más reciente y electrónica, con hits como “Tension” y el fenómeno global “Padam Padam”. Kylie no solo canta canciones, crea momentos, y cada uno de ellos fue vivido como una fiesta íntima y colectiva a la vez.

La puesta en escena fue impecable: visuales vibrantes, una iluminación inteligente y coreografías que no recargaban, sino que acompañaban con precisión y elegancia. Aquí hay dirección artística, hay concepto, hay calidad: lo que se espera de una artista que, además de cantante y performer, es un icono de moda y cine (recordemos sus papeles en “Moulin Rouge” o “Holy Motors”) y un referente LGBTQ+ universal.
El momento más íntimo llegó con “Say Something”, interpretado en clave acústica con guitarra en mano, en una atmósfera suspendida de magia. Y poco después, uno de los clímax más celebrados: “Slow”, esa obra maestra del minimalismo sensual lanzada en 2003, que marcó un punto de inflexión en su carrera. En Sevilla, fue mucho más que una canción: fue una declaración de estilo, de sofisticación sonora, de control absoluto del tempo emocional de un show que nunca perdió el pulso.
Y cuando el ambiente ya era puro éxtasis, y la orquesta seguía marcando el ritmo mientras Kylie desaparecía unos segundos entre bastidores, el momento final llegó como un estallido pop: un nuevo y deslumbrante look y una recta final de vértigo con “Tension”, la inolvidable “Can’t Get You Out of My Head” (coreada como un himno generacional) y el hit de esta era, “Padam Padam”, recibido como un grito colectivo de identidad y celebración.
“All My Lovers” fue el brindis emocional de agradecimiento, y “Love at First Sight” puso el broche de oro a las 00:15 entre luces, lágrimas, abrazos y euforia compartida. La sensación era clara: habíamos sido parte de algo que trasciende la música.

Imposible no destacar también la impecable organización del Icónica Santalucía Sevilla Fest, que no solo ha traído a Sevilla a algunas de las figuras más destacadas del panorama internacional, sino que ha convertido la Plaza de España en un recinto de conciertos de referencia mundial. Puntualidad suiza, sonido cristalino, accesos ágiles, iluminación envolvente y una producción técnica a la altura de cualquier gran cita europea, superando en 2025 los 277.000 asistentes y generando un impacto económico para la ciudad de 230 millones de euros.
Y por supuesto, Kylie: cercana, simpática, encantadora. Saludos en español, bromas con el público, gestos de cariño, sonrisas constantes… Una artista que no solo deslumbra, sino que se entrega.
En una ciudad habituada a grandes citas culturales, lo vivido anoche fue histórico. El Icónica Santalucía Sevilla Fest se despide por todo lo alto, y Kylie Minogue se reafirma como la reina absoluta del pop escénico global.
La esperamos de nuevo en Sevilla en 2026. Porque cuando una estrella de verdad brilla, no se apaga: inspira, transforma, y deja una estela que no se olvida.