En la noche de ayer, 26 de septiembre, Madrid vivió un auténtico seísmo musical que quedará grabado en la memoria de quienes lo presenciaron. Carabanchel, con el Palacio Vistalegre como epicentro, se convirtió por unas horas en la capital mundial del punk-rock. Con el recinto abarrotado, camisetas de todas las épocas y una atmósfera de expectación palpable, estaba todo preparado para que Simple Plan, desde Canadá, y The Offspring, llegados de California, demostraran por qué su nombre sigue siendo sinónimo de historia viva del género.
Ya desde la tarde, el barrio respiraba música. Familias con adolescentes, jóvenes con camisetas de época y veteranos de los 90′ rejuvenecidos entre cañas daban forma a una auténtica fiesta imposible de ignorar. Cada prenda contaba una historia: desde el mítico «No Pads, No Helmets… Just Balls» de Simple Plan hasta el flamante «Supercharged» de «The Offspring, reflejando cómo conviven nostalgia y presente en una misma pasión.
El acceso al pabellón transcurrió sin problemas, y poco después de las seis de la tarde las gradas se llenaban a medida que la multitud creaba ese zumbido eléctrico que solo aparece en las grandes noches. Vistalegre vibraba como si supiera que estaba a punto de escribir una página inolvidable en su historia.
A las 19:00h en punto, las luces se apagaron y el inicio de I’d Do Anything desató la locura. La ovación fue instantánea: saltos, gritos y aplausos confirmaron que Pierre Bouvier y compañía siguen siendo el estandarte del pop-punk de principios de los 2000.
El repertorio fue un repaso magistral a toda su carrera, diseñado para no dejar caer la adrenalina. Sonaron «Shut Up!», «Addicted» y la inmortal «What’s New Scooby-Doo?», coreadas como himnos universales, mientras «Summer Paradise» llenaba el pabellón de confeti y pelotas gigantes, convirtiendo el ambiente en un festival de color.
El clímax de su actuación llegó con «Jet Lag», que levantó una ovación unánime. La recta final, cargada de emoción, incluyó «I’m Just A Kid» y «Perfect», que convirtió el Palacio en un lugar íntimo pese a la multitud, recordando a todos que Simple Plan trasciende generaciones. La despedida fue entre agradecimientos y sonrisas, dejando claro que la conexión con el público español sigue intacta.

Tras un rápido cambio de escenario, amenizado por las irreverentes cámaras interactivas (Kiss Cam, Fuck You Cam y Booty Cam), llegó la descarga californiana. A las 20:30h, la cuenta atrás explotó en luces y The Offspring entraron en tromba con «Come Out and Play», provocando un pogo inmediato en todo el recinto.
El arranque fue demoledor: «All I Want, Staring at the Sun» y «Want You Bad» sonaron sin descanso, con Dexter Holland y Noodles incendiando a una audiencia ya entregada. El bloque central fue un cóctel de energía, humor y espectáculo: «Original Prankster», «Hit That» y la coreadísima «Why Don’t You Get a Job?» levantaron al público en una ovación ensordecedora. También hubo hueco para lo nuevo: «Looking Out for #1» y «Make It All Right» fueron recibidas con entusiasmo, consolidando a «Supercharged» como parte de su identidad actual.
Uno de los momentos sorpresa llegó con «Crazy Train» de Ozzy Osbourne, donde Noodles se lució con riffs demoledores y Dexter adoptó un aire metalero que encendió la sala. Poco después, la fiesta alcanzó otro nivel con «I Wanna Be Sedated» de los Ramones, cantada por todo el recinto como un homenaje colectivo a la leyenda neoyorquina. La emoción más intensa llegó con «Gone Away» en su versión al piano. Miles de luces de móviles iluminaron el pabellón mientras Dexter pedía recordar a quienes ya no están, creando un instante tan íntimo como desgarrador.

El desenlace fue una auténtica fiesta. «Pretty Fly (for a White Guy)» desató un carnaval de saltos y «The Kids Aren’t Alright» hizo cantar a todo el recinto en un único coro. En el bis, «You’re Gonna Go Far, Kid» y «Self Esteem» pusieron el broche final, dejando a Vistalegre agotado, empapado y radiante de felicidad. Lo ocurrido en Vistalegre superó la idea de un concierto: fue un viaje de generaciones y una catarsis compartida. Simple Plan encendieron la chispa con frescura y sentimiento, y The Offspring arrasaron con un torbellino de punk, confeti y recuerdos.

Lo vivido en Vistalegre no fue un simple concierto: fue un viaje intergeneracional y una catarsis colectiva. Simple Plan encendieron la chispa con simpatía y emoción, y The Offspring arrasaron con un huracán de punk, confeti y nostalgia. Todo ello gracias a la apuesta de Route Resurrection, responsables de traer a Madrid una noche que ya forma parte de la historia del punk-rock en nuestro país.
