El tercer día del Resurrection Fest 2025 arrancaba con una mezcla de calor, expectativas y emoción en el ambiente. El cartel del viernes prometía diversidad y energía, y no tardó en confirmarse como una de las jornadas más completas de esta edición. Desde el folk country hasta el metal progresivo, pasando por el brutal death con sentido del humor y el regreso de bandas históricas, el viernes 27 de junio ofreció una paleta sonora que reflejó a la perfección el espíritu ecléctico del Resu.
El día comenzó con una de las actuaciones más comentadas del Main Stage: Broken By The Scream. El cuarteto japonés de metal idol, compuesto por chicas que alternan voces guturales y melódicas, era uno de los reclamos más curiosos y esperados del viernes. Su mezcla de pop japonés ultraacelerado, breakdowns extremos y una presencia escénica arrolladora, dejó a los asistentes completamente fascinados. Su show fue una explosión visual y sonora que rompió moldes y marcó un arranque tan inesperado como inolvidable. El público, entre la sorpresa y el entusiasmo, respondió con un fervor poco habitual para una banda de apertura.

En contraste, y también en el Desert Stage, Moonshine Wagon ofrecieron una experiencia totalmente distinta. Con su propuesta de folk country punk, los vitorianos crearon una fiesta entre banjos, contrabajo y voces desgarradas. Su energía en directo y su capacidad para conectar con la audiencia hicieron que su actuación se convirtiera en una de las más notables de este escenario. En medio del caos metálico del festival, Moonshine Wagon sirvieron como ese respiro alegre y contagioso que recuerda que el Resu también es hogar para sonidos distintos.

La nota humorística y brutal llegó de la mano de Party Canon, una banda que lleva el grindcore a su terreno más paródico y absurdo. Con un logo ilegible escrito en tipografía colorida y una actitud que mezcla lo grotesco con lo festivo, supieron convertir su actuación en un espectáculo tan desquiciado como divertido. El público entró al juego sin dudarlo, con circle pits que alternaban pogos violentos y carcajadas sinceras. Una de esas propuestas que o amas o no entiendes, pero que no deja indiferente a nadie.

La jornada siguió con más metal desde Japón, esta vez de la mano de Deviloof, quienes ofrecieron uno de los shows más impactantes del día. Con maquillaje agresivo, estética visual kei y una ejecución impecable, dejaron a más de uno con la boca abierta. Su mezcla de deathcore y metal extremo, combinada con una teatralidad propia del kabuki, fue un espectáculo en toda regla. Sin duda, una de las actuaciones más potentes y singulares del día.

En el Ritual Stage, Unprocessed desplegaron su particular enfoque técnico del metal progresivo. Aunque su show fue más comedido en cuanto a espectáculo, la precisión instrumental y la calidad sonora no pasaron desapercibidas. El público que se acercó a verles disfrutó de un concierto correcto, con una banda que cumple y que seguramente irá creciendo en futuras ediciones.

De vuelta al escenario principal, Aphonnic, una de las bandas más veteranas del metal alternativo gallego, dieron un concierto cargado de emoción y mensaje. Su set fue una mezcla de potencia y sensibilidad, y no evitaron posicionarse políticamente: durante su actuación hicieron una crítica directa al conflicto entre Israel y Palestina, con un discurso claro y valiente que fue muy bien recibido por el público. Su conexión con la audiencia, además del cariño local, convirtió su concierto en uno de los momentos más intensos del día.

La potencia emocional continuó con dos nombres clave en el metal progresivo contemporáneo: Soen y Tesseract. Ambos eran de los más esperados por los amantes de los sonidos envolventes, técnicos y cargados de intensidad emocional. Soen, con su elegancia escandinava, envolvieron al Ritual Stage, y en su caso Tesseract al Main Stage, en una atmósfera introspectiva y poderosa. El carisma de Joel Ekelöf y la calidad instrumental del grupo fueron impecables. Por su parte, Tesseract ofrecieron un show igualmente arrollador, con una puesta en escena minimalista pero efectiva, en la que la música lo fue todo: riffs complejos, líneas vocales atmosféricas y un público completamente hipnotizado. Ambos conciertos fueron experiencias inmersivas, de esas que uno recuerda por la intensidad interior que provocan.


Uno de los momentos más emotivos del día llegó con el regreso de Crucified Barbara. Tras diez años de inactividad, la banda sueca volvió a subirse a un gran escenario, y lo hizo con una energía que parecía no haberse apagado nunca. El público respondió con una entrega absoluta, coreando cada tema y celebrando cada riff como si fuera un reencuentro con viejas amigas. Su actuación fue más que un concierto: fue una celebración del rock, del poder femenino y de las segundas oportunidades.

Y como cada día, llegaba el turno del cabeza de cartel. Falling In Reverse, liderados por Ronnie Radke, ofrecieron el show más espectacular y mejor producido de la jornada. Desde el primer tema, quedó claro que no venían a pasar desapercibidos. Con pantallas, efectos visuales y una interpretación vocal excelente, Radke se reafirmó como uno de los frontman más carismáticos del metal moderno. El setlist repasó los grandes éxitos de la banda, combinando agresividad con melodías pegadizas que el público coreó de principio a fin. Su actuación fue, sin lugar a dudas, la más aclamada del día, con miles de personas entregadas y un ambiente de euforia total.

En los tramos finales del día, dos bandas más pusieron el broche dorado. Stesy, con su propuesta metalera adornada por una estética futurista y vestimentas lumínicas, lograron destacar por su originalidad y por una puesta en escena tan visual como sonora. Su concierto fue breve pero muy intenso, y les ganó una buena cantidad de nuevos seguidores.

Y para cerrar, Angelus Apatrida, los grandes embajadores del thrash metal nacional, arrasaron en el Main Stage. Con una base de fans fieles y una carrera consolidada, demostraron una vez más por qué son imprescindibles en cualquier festival de metal en España. Su energía, actitud y compromiso con el público fueron totales. Fue el cierre perfecto para una jornada de alto nivel.

El viernes del Resurrection Fest 2025 fue una montaña rusa de emociones, estilos y sorpresas. Desde Japón hasta Galicia, desde lo progresivo hasta lo extremo, el festival volvió a demostrar que su fortaleza está en su variedad, su pasión y su público entregado. Aún queda un día, pero el listón ya está muy alto.












