400 afortunados y un concierto para la historia con The Reytons en Madrid

Mar 29, 2025

Que la foto de portada de una crónica sea la cara del cantante, fotografiado por el bajista con mi propia cámara, ya dejaba claro que lo de anoche con The Reytons en Madrid iba a ser cualquier cosa menos predecible.

Tercera vez que pisan España, tercera vez que les vemos. Ya en el FIB 2023 nos volaron la cabeza, en el Tomavistas 2024 confirmamos que son una de las mejores bandas de rock británico del siglo XXI, y lo de verles en sala ha sido una experiencia que, probablemente, nunca volveremos a vivir de esta manera. Porque estos tipos ya llenan estadios en Inglaterra, y la Changó de Madrid, con sus 400 personas desatadas, pronto quedará como un recuerdo de sus primeros pasos por salas en Europa. A ojos de sus fans ingleses, lo que vivimos anoche es para sentirse afortunado. Y vaya si lo vivimos.

Fotos y crónica: Kenyi Yoshino

Desde el primer acorde, los de Rotherham se metieron la sala en el bolsillo. Un directo sin pausas, una energía bruta y una complicidad con el público que es difícil de encontrar. Los de abajo lo dimos absolutamente todo y los de arriba nos recompensaron con una hora y media de bolo arrollador, donde cada tema era coreado como si fuera el último. Ni un segundo de tregua, ni un solo momento de bajón. The Reytons no tocan, descargan, y eso se siente en cada golpe de batería, en cada riff afilado y en cada estribillo que retumba en el pecho y se canta como cuando eras adolescente. Además, esta vez con un segundo guitarrista «mercenario», en segunda línea pero dándole una madurez y pesadez al sonido que no tenían en las 2 ocasiones anteriores.

«Salir de ver en una sala pequeña a The Reytons es entender a la perfección el por qué llenan estadios en su país.»

Haberles entrevistado hace un par de semanas hizo todo aún más especial. Nos contaban cómo, desde el primer día, lo han hecho todo ellos mismos: sin discográficas, sin ejecutivos con corbata diciéndoles qué hacer. Ellos graban, producen, promocionan y, sobre todo, viven su música con una autenticidad que pocas bandas pueden presumir. Y eso se traduce en noches como la de ayer, donde la pasión se nota en cada detalle. Hay momentos que se te quedan grabados, como ver al cantante entre lágrimas cantar “The Kids of the State”, supongo que echando la vista atrás y alucinando con cómo, casi sin darse cuenta, están consiguiendo una tremenda legión de seguidores en toda Europa. Y esto no ha hecho más que empezar. No tengo dudas de que en poco tiempo llenaremos La Riviera para verles, o quién sabe si incluso un Movistar Arena.

La conexión con su público es otro nivel (sorprendente que la media de edad superaba los 30 años, cosa que no me esperaba para nada). No había pasado ni un minuto desde que se apagaron los amplis y ya estaban todos abajo, entre los fans, sin distancias, sin postureos. Como si fueran uno más, porque al final eso es The Reytons: un grupo de colegas que han levantado su carrera con trabajo, talento y muchísima actitud. Agotaron practicamente todo su merchan, por cierto.

Y hay que hacer una mención especial a su inseparable colega, el que siempre les graba los vlogs y les ayuda con absolutamente todo. A las tres veces que les hemos visto, ahí estaba él, produciendo y disfrutando a partes iguales. Cuando una banda se mueve con esa pasión y ese espíritu de comunidad, el éxito es cuestión de tiempo.

Como fotógrafo, lo de anoche también fue grátamente surrealista. La primera vez que una banda coge mi cámara y se empiezan a hacer fotos entre ellos, hasta me hicieron una foto a mí desde el escenario. Y no cualquier banda, sino una de mis favoritas del rock actual. ¡Recuerdazo, amigos!

Mención también para Wet Iguanas, una banda catalana que abrió la noche y se llevó unos cuantos nuevos seguidores por derecho propio. Su rollo mola mucho, y anoche dejaron claro que hay cantera.

Lo dicho. Noche de las que se quedan en la memoria, y que, probablemente cuando regresen a Madrid, sea a una sala mucho mayor. Viva el «indie» rock inglés, sobre todo si es mucho más rock que indie.

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