Rototom Sunsplash 2024: Un viaje de seis días entre lágrimas, leyendas y latidos reggae

por | Ago 26, 2024

Volver al Rototom Sunsplash siempre es un reencuentro. Con la música, con amigos, con nosotros mismos. Y con ese espíritu único que solo se respira en Benicàssim durante esta semana mágica de agosto. Este 2024 ha sido nuestra undécima edición, la tercera como medio acreditado y la primera en la que salimos a entrevistar al público, a nuestra gente, a esa comunidad diversa y maravillosa que hace que este festival sea mucho más que un cartel.

Porque sí, el Rototom es reggae. Pero también es conciencia, respeto, mezcla, libertad y cultura. Es ver a un grupo de italianos que llevan viniendo desde hace 15 años compartiendo sombra con quien viene por primera vez desde Galicia. Es encontrar en cada esquina una conversación, un mensaje o una melodía que te despierta algo dentro. Y por eso siempre volvemos. Porque no hay nada igual.

Este año el festival ha sido más corto, seis días en vez de ocho, pero la intensidad, el cuidado y la magia han estado igual de presentes. La edición número 30 asoma ya en el horizonte, y todo apunta a que será histórica.

Antes de meternos en materia, queremos contarte cómo lo vivimos nosotros: día a día, repasando nuestros conciertos favoritos. Porque si hay algo que define nuestra experiencia en el Rototom, es lo que ocurre cuando se apagan las luces y empieza la música.


Día 1: Llorar con Mo Kalamity, sudar con Romain Virgo y cerrar bailando con Skarra Mucci

La vuelta al Rototom siempre es emocional, pero este año lo fue desde el minuto uno. Mo Kalamity nos puso los sentimientos a flor de piel. Uno de esos conciertos que sabes que se te va a quedar grabado por mucho tiempo. Luego, el directo de Romain Virgo fue puro poder escénico: carisma, conexión y un dominio total del escenario. Una barbaridad.

Alpha Blondy, a sus 71 años, nos dio una lección de energía, juventud y amor por la música. Y para cerrar, Skarra Mucci, que directamente nos voló la cabeza con su estilo raggamuffin, antes de que el Dancehall con Little Lion Sound nos reventara los pies. Y eso que era solo el primer día.


Día 2: Marcus Gad, dub del bueno y el espíritu de Black Uhuru

Un día más tranquilo, pero lleno de calidad. Marcus Gad confirmó lo que llevamos años sospechando: es una de las mejores voces del reggae contemporáneo. Emocionante, sólido y espiritual.

Black Uhuru nos llevaron de la mano al roots más clásico y Busy Signal, sin ser el más técnico del cartel, montó una fiesta que animaría a un desierto. Como siempre, Iseo & Dodosound fueron una apuesta segura.

Y lo de Wicked Dub Division… madre mía. Dub elegante, contundente, envolvente. Para cerrar los ojos y dejarse llevar. Dos días y ya nos sentíamos en casa.


Día 3: Groundation, Skip Marley y SFDK arrasan en el día más largo

Este fue el día que más exprimimos el festival: yoga, batucadas, charlas, batallas de gallos… La otra cara del Rototom, la que a veces se olvida, pero que lo hace único.

En lo musical, día para enmarcar. Groundation, probablemente el mejor bolo que les hemos visto (y van cuatro). Su fusión de jazz y reggae sigue siendo inimitable. SFDK nos dejaron locos: ver a Zatu reventar el escenario principal fue una mezcla de nostalgia y sorpresa. El ambientazo fue de los que no se olvidan.

Y lo de Skip Marley… por momentos cerramos los ojos y nos trasladamos a los años 70. La sombra –o mejor dicho, la luz– de su abuelo estaba presente en cada nota. The Congos & The Gladiators nos devolvieron al roots más puro y ManuDigital cerró con una buena fiesta electrónica reggae. Bueno, cerramos nosotros con nuestro tradicional crepe de chocolate. Ritual sagrado.


Día 4: Midnite, música para el alma

Hay conciertos que no se describen, se sienten. Midnite nos hizo flotar. No hay luces, no hay artificio, no hay postureo. Solo música que te atraviesa el pecho y te calma el alma. Un regalo.

El día empezó con Bad Manners y su ska festivo que siempre alegra el cuerpo. Luego, Alborosie & Friends ofrecieron un show de más de dos horas y media, con sus altibajos, pero con momentazos como la aparición de Clementino. Personalmente, nunca he conectado del todo con Alborosie, y aquí se me hizo largo, pero había mucho amor desde el público.


Día 5: Khalia brilla, Jah Lil apunta a leyenda y General Levy cierra por todo lo alto

Lo de Khalia fue una fantasía. Una estrella en crecimiento que lo tiene TODO. Presencia, voz, estilo, energía. Apuesta segura a futuro. Y hablando de futuro: Jah Lil nos dejó con la mandíbula en el suelo. Tiene 21 años, pero una sabiduría y una presencia que no se explican. Se viene leyenda.

The Wailers –sin miembros originales, sí– sonaron mejor de lo esperado. Y Mitchell Brunings… ¿es legal parecerse tanto a Bob Marley?

Etana y Johnny Clark no nos atraparon tanto, pero nos recuperamos con el tremendo cierre a cargo de General Levy, que fue literalmente un incendio en forma de concierto. Brutal.


Día 6: Resaca emocional, Twinkle Brothers y despedidas

Último día. Siempre el más difícil. No tanto por lo físico, sino por lo emocional. La semana más bonita del año se acaba y no queremos que lo haga.

Twinkle Brothers fueron el bolazo del día. Naomi Cowan, el descubrimiento más dulce. No conectamos con Beenie Man, ni con Flavour. A veces pasa. Y Green Valley u OBF los vimos de refilón: nos encantan, pero ya hemos vivido muchos de sus bolos.


El Rototom es mucho más que música

El Rototom no es solo conciertos. Y no podemos cerrar esta crónica sin hablar de todo lo que lo rodea. Empezando por la zona de restauración, donde la oferta de comida es alucinante: sana, vegana, internacional, económica. Cuidada al detalle. Comimos espectacular, cada día.

También hay que destacar el cuidado con las familias, con un montón de propuestas para niños y no tan niños: zonas de juego, actividades artísticas, talleres, música adaptada… Un festival que piensa en todos.

Y luego están los rincones mágicos: desde el Mercado Artesanal hasta el Pachamama, las zonas chill, los murales, el Foro Social, la Reggae University… Da igual cuántas veces vayas: siempre descubres algo nuevo.

Mención especial a la zona dub, que este año cambió de lugar y pasó a estar casi en la entrada del recinto. Una decisión que no es casual: el dub cada vez tiene más peso dentro del festival. No somos los más habituales allí, pero todos coincidían: cada año mola más.


Nos vemos en el 30 aniversario. No hay otra.

Se acabó. Y ahora queda lo complicado: volver a la rutina, al silencio, a los días sin colores ni himnos colectivos. Porque el Rototom te transforma. Te llena de cosas que no se pueden explicar con palabras. Te recuerda que otro mundo es posible. Que el respeto puede ser norma, no excepción. Que la música puede sanar.

2025 será el 30º aniversario. Y aunque aún queda un año, ya se siente. Hay rumores, sí. Y expectativas. Pero sobre todo, hay ganas. Muchas.

Nosotros volveremos. Porque no sabemos hacerlo de otra forma. Y si tú nunca has venido, este es el momento.

Rototom, gracias por tanto. Nos vemos en 2025. Y hasta entonces… keep the vibes alive.

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