Yann Tiersen se presenta en Madrid con un show demasiado «sereno»

Oct 28, 2024

Entre melodías suaves y experimentación electrónica, Tiersen gustó a algunos y descolocó a otros que quizás esperábamos un ritmo ya no más frenético, si no al menos más variado.

Crónica: Juán Manuel Sánchez (Territorio Music)
Fotos: Kenyi Yoshino (Territorio Music)

El pasado martes, Yann Tiersen trajo su piano y sus juguetitos a Madrid para ofrecer un concierto diferente al que esperábamos. Desde el primer momento, la atmósfera fue íntima, con el público expectante por escuchar las melodías del compositor bretón, famoso por sus piezas emotivas y por la inolvidable banda sonora de Amélie. El piano, discreto en un rincón del escenario, invitaba a una noche de recogimiento y conexión emocional, algo que muchos buscaban al asistir, supongo.

Sin embargo, el público, mayoritariamente de edad adulta, tuvo que seguir el concierto de pie, lo cual resultó incómodo para disfrutar por completo de la propuesta. Escuchar las delicadas composiciones de Tiersen en esas condiciones hizo que la primera parte del concierto, que pedía calma y reflexión, no pudiera disfrutarse en toda su plenitud. Las piezas, pensadas para dejarse llevar, chocaban con la necesidad de estar de pie, y muchos habrían preferido un ambiente más relajado, acorde con la música.

«Yann Tiersen no solo tocó el piano, transformó la noche en un viaje inesperado, con sonidos experimentales y ausencia de base rítmica»

Después de esta primera parte a piano, llegó en la segunda mitad. Tiersen dejó a un lado las teclas y se adentró en un terreno mucho más experimental, utilizando samplers, texturas electrónicas y sin prácticamente base rítmica. Lo que en un principio parecía ser un concierto clásico y emocional, pronto se transformó en una exploración sonora llena de libertad creativa. Fue en este punto donde el público se dividió: algunos se dejaron llevar por la audacia de la propuesta, mientras que otros, menos preparados para este giro, se mostraron desconcertados.

Yann Tiersen demostró, una vez más, que no es un artista que se limite a complacer expectativas. Su espíritu inquieto lo lleva a romper esquemas y explorar nuevas vías en cada actuación. Puede que no todos los presentes estuvieran preparados para esta transición del piano melódico a los experimentos electrónicos, pero lo cierto es que dejó huella. La sesión se convirtió en una «experiencia sonora diferente» que descolocó a algunos y fascinó a otros.
Nosotros nos fuimos un poco antes de terminar el bolo, y no fuimos los únicos.

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