El dub está muy vivo en Madrid: Paolo Baldini y Mellow Mood revientan la Sala Villanos un miércoles hasta la medianoche.

El dub está muy vivo en Madrid: Paolo Baldini y Mellow Mood revientan la Sala Villanos un miércoles hasta la medianoche.

Cuando una mesa con 30 canales se convierte en el corazón de la noche y el reggae resuena en cada alma. ¡Por muchas más noches de reggae/dub en la capital!

Ayer miércoles 24 de Enero de 2024, la Sala Villanos y un servidor fuimos testigos de bastantes cosas mágicas y difíciles de olvidar. Paolo Baldini y Mellow Mood se unieron para regalarnos dos horas de pura magia dub, sin un solo respiro. Y sí, fue una noche de esas que te hacen sentir agradecido por vivir en una ciudad que, aunque fría en enero, tiene un calor inesperado en su escena musical.

Destacar, por pura pasión personal a la magia de los «exclusives«, que anoche tuvimos la oportunidad de escuchar unos cuantos. ¡Y vaya put** joyas! Jojojo.
La que más marcada se me quedará, sin duda, es la exclusive con LA REINA Queen Omega, que creo que todos los lectores sabréis de nuestro fannatismo absoluto por ella. Recuerdo una también con Anthony B, y se que hubo alguna más.
Imagina escuchar esas joyas sonoras en persona, sabiendo que es la primera vez que gente no cercana a los artistas las escuchan. Es como descubrir un tesoro musical que nadie más ha tocado antes. No hay palabras para describir la emoción que eso desata.

La disposición del show fue algo que me encantó. En lugar de tener la mesa y a los hermanos Mellow Mood en el escenario, la mesa de Paolo estaba justo a la altura de la pista. El escenario vacío creó un ambiente íntimo, como si estuviéramos todos juntos en un garaje disfrutando de una jam session. Fue un detalle que marcó la diferencia, creando una conexión cercana entre los artistas y el público.

Ahora, hablemos del sonido de Paolo. Cada golpe de caja, cada bombo, cada nota de bajo, se siente en lo más profundo. Sus producciones tienen este sonido único que te hace sentir cada detalle, ya sea el murmullo de la naturaleza o esos efectos digitales y analógicos que incorpora a sus pistas de dub. No es solo música; es una experiencia sensorial.

Experimentar la onda dub en la Sala Villanos es como encontrar un oasis musical en mitad de la semana. Estos eventos son la prueba de que Madrid tiene un corazón reggae latiendo fuerte y, sinceramente, tener la oportunidad de sumergirse en esa experiencia es simplemente la bomba.

La participación de Mellow Mood fue el toque perfecto. Esos gemelos italianos saben cómo llevar la melodía y sus armonías te envuelven de una manera que solo se puede describir como top. Su flow es impecable y añadieron lo que el show necesitaba para subirnos y bajarnos de intensidad a su antojo.

La gente fue otra pieza clave de la noche. Ver a 400-500 almas vibrar un miércoles por la noche con reggae y dub fue increíble. Madrid ama esta música, y eventos como este son necesarios para mantener viva la llama. De corazón, agradezco enormemente a salas como la Sala Villanos por seguir apostando por eventos de calidad desde su reapertura.

La conexión con la audiencia se fortaleció con cada minuto que pasaba. No eran solo espectadores; éramos participantes activos de esta experiencia sonora. Mientras la sala resonaba con las vibraciones del bajo y los ritmos envolventes, la energía fluía de ida y vuelta entre el escenario y la pista de baile. Era como si el reggae y el dub fueran la lengua universal que todos entendíamos y hablábamos esa noche.

El cierre del concierto, con ese «Salute» con Woldman y Maga Lion de Emeterians añadiendo capas adicionales de diversidad musical, fue un recordatorio de la riqueza del panorama reggae y dub en Madrid, un paisaje sonoro que sigue creciendo y floreciendo.

La noche terminó compartiendo caladas y risas con este trío italiano, que seguro que la próxima vez que vuelvan son capaces de hacer que los 500 asistentes de ayer repitamos, más todos a los que logremos convencer gracias al buen sabor de boca que se nos quedó ayer.

¡Vida eterna para el reggae y el dub, y para toda la cadena de gente que se atreve a organizar eventos de este tipo!

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Riffs congelados y teclas ardientes: La primera de las 2 noches mágicas de Los Zigarros en Inverfest

Riffs congelados y teclas ardientes: La primera de las 2 noches mágicas de Los Zigarros en Inverfest

10 años de Inverfest y 10 años desde que salió el primer disco de los Zigarros: La potencia del rock fusionándose con la evolución sonora.

Para muchos de nosotros, Los Zigarros son más que una banda: son una parte esencial de nuestra historia musical. Personalmente, los descubrí con su primer disco, una obra maestra que ha envejecido como un buen vino. Diez años han pasado desde entonces, y la pasión que siento por su música solo ha crecido con el tiempo.

El frío de enero no fue rival para la calidez que se vivió en The Music Station Príncipe Pío el pasado 11 de enero.

El primero de dos conciertos de Los Zigarros en el marco del ciclo Inverfest, celebrando su décimo aniversario, fue más que un evento. Fue un viaje a través de la historia de una banda que se ha convertido en un pilar fundamental en la escena musical. Desde los primeros acordes hasta el último eco, la noche fue un testimonio de la evolución y la devoción de Los Zigarros y sus seguidores.

La banda, compuesta por los hermanos Tormo (Ovidi y Álvaro), Adrián Ribes y Nacho Tamarit, demostró estar en la cima de su juego. Desde el momento en que salieron al escenario, la sincronización entre los cuatro músicos era evidente. Se nota que disfrutan cada concierto, cada momento de conexión entre ellos y con todos y cada uno de nosotros. 

A lo largo de los años, he tenido el privilegio de presenciar su evolución en el escenario. Su sonido en vivo ha madurado, sin perder un ápice de la fuerza que los caracteriza. Esta vez, introdujeron el teclado en su repertorio, y fue una adición sorprendente. La primera vez que los veo con teclado en vivo, y fue una auténtica bomba que añadió una capa adicional de profundidad a su música.

El concierto se abrió con «Rock Rápido«, mi canción favorita del último álbum, el cuál escucho desde hoy (y cuando después de un concierto te apetece escuchar cosas que no conoces de ese grupo, lo dice todo).

Desde ese momento, la energía en el recinto no hizo más que crecer. La audiencia, compuesta por muchos seguidores conquistados por aquel primer album homónimo, y aquellos que se sumergían por primera vez en el universo de Los Zigarros, se entregó por completo al torrente de emociones que fluía desde el escenario.

Uno de los momentos más emocionantes para un servidor, como en todos sus conciertos, fue cuando empezaron a tocar «Disparame«. Esa canción que te golpea desde el primer acorde. No hay palabras para describir la experiencia de escucharla en vivo: una mezcla de la potencia de AC/DC y la singularidad de Los Zigarros. Brutal, sin duda.

Reconozco que conozco de memoria todos sus himnos: «Disparame», «Hablar hablar hablar», «A todo que sí», «Dentro de la ley»… Todos sonaron con la intensidad y la pasión que solo Los Zigarros pueden ofrecer.
Sin embargo, mi desconocimiento de su último disco, «Acantilados«, fue una oportunidad emocionante de descubrir nueva música en el momento.

Como la música de Los Zigarros, el amor debería ser una explosión de emociones, una mezcla de potencia y sutileza que deja una huella imborrable en el corazón.

La noche culminó con la sensación de haber vivido algo más que un concierto.
Fue una experiencia catártica, un viaje a través de los éxitos atemporales y las nuevas fronteras musicales exploradas por Los Zigarros

Afortunados los que van a ir esta noche a presenciar el segundo show.
Son las 19:42 mientras escribo estas líneas, así que ya habrá gente allí tomándose la primera cerveza y pagando los 6€ que cuesta dejar la mochila ó los 4€ que cuesta dejar el abrigo en el ropero del Music Station ;).

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Tiempos pasados, acordes presentes: Sex Museum en la Sala Sol, una noche de rock que resucita memorias

Tiempos pasados, acordes presentes: Sex Museum en la Sala Sol, una noche de rock que resucita memorias

Inverfest hace vibrar Madrid el día de Reyes con una noche de culto a una de las bandas de rock más legendarias de nuestro país.

En plena temporada invernal, mientras las noches son más largas y el frío se adueña de Madrid, Inverfest se erige como uno de los héroes culturales que nos regalan la mejor manera de combatir el gélido invierno: música en vivo. Este ciclo de conciertos, una tradición ya arraigada en la escena madrileña, se convertía en la fuente de calor emocional que todos necesitábamos si no teníamos o si no queríamos planes infantiles el día de Reyes.

La Sala Sol se preparaba para recibir a Sex Museum, una leyenda viva del rock español. ¿La promesa? No solo una noche de música, sino un viaje en el tiempo encapsulado en acordes y recuerdos.

Personalmente, recuerdo haber descubierto a Sex Museum hace más de dos décadas, en una época en la que la única playlist que importaba era la que te grababas en una cinta. Fue en Callao, en un escenario improvisado, donde estos tipos del rock español me dejaron boquiabierto. Pero en esos días preinternet, mantenerse al tanto de tus bandas favoritas era todo un desafío, y Sex Museum quedó relegado a un rincón lejano de la memoria.

Al revisar el cartel de conciertos para el mes, me topé con el nombre de Sex Museum y una ola de recuerdos adolescentes me golpeó. ¿Cómo sonarían ahora, más de dos décadas después? La respuesta estaba en la Sala Sol.

La noche del concierto, un sold out que confirmaba la conexión duradera entre Sex Museum y su público. Pero antes de que los miembros de la banda pisaran el escenario, la anticipación se palpaba en el aire. Las luces se apagaron, los murmullos se transformaron en un rugido de emoción y, con un estruendoso estallido de energía, Sex Museum irrumpió en escena con la inconfundible introducción de «Breaking the Robot«.

Esa primera nota resonó como un grito de libertad, una declaración de intenciones que nos sumergió en un torrente de nostalgia y emoción. Los acordes de «Breaking the Robot», este himno reciente dentro de su carrera pero que ya se ha convertido en un clásico eterno de Sex Museum. Fue como si el tiempo se detuviera por un momento, y nos encontráramos de nuevo en aquel escenario improvisado de Callao, con la frescura de la juventud y la música vibrando en el aire, pero sonando el tema suyo que más me ha enganchado en esta segunda etapa. 

Y el rock no se detuvo durante las casi 2 horas de concierto. La banda nos llevó en un viaje a través de su extenso repertorio, ofreciendo una selección de clásicos atemporales que sonaban tan frescos como la primera vez que los escuchamos.I enjoy the forbidden, Two Sisters, I’ve lost the faith… temas que han dejado su huella en la memoria colectiva de los seguidores de Sex Museum resonaron con la fuerza necesaria para disfrutar del rock.
Cada acorde, cada letra, se convertía en un viaje a través del tiempo, llevándonos desde los primeros días de la banda hasta sus creaciones más recientes. Era una celebración de la evolución musical de Sex Museum, una travesía que abarcaba décadas de rock en español.

Fue como si el tiempo se detuviera por un momento, y nos encontráramos de nuevo en aquel escenario improvisado de Callao, con la frescura de la juventud y la música vibrando en el aire.

Marta Ruiz, con sus teclados característicos, se erigió como la musa psicodélica de la noche. Sus notas, perfectamente en sintonía con el sonido de la banda, añadiendo capas de profundidad a cada canción. Era imposible no dejarse llevar por la magia que emanaba las jodidas teclas de Marta, una contribución vital al distintivo toque psicodélico de Sex Museum.

Los hermanos Pardo, auténticos veteranos de la escena musical, demostraron una vez más que la música corre por sus venas. Su conexión en el escenario, enriquecida por 40 años o más tocando juntos, se tradujo en una actuación magistral. Fernando, guitarra en mano, y Miguel, al frente del micrófono, encarnaron la esencia misma del rock español. Su presencia escénica y su habilidad para conectar con la audiencia revelan una pasión indeleble por lo que hacen.

La base rítmica de Sex Museum, conformada por Javier Vacas al bajo y Loza  en la batería, fue un ejemplo de precisión y maestría. La sincronización entre estos dos músicos es impecable, como si tuvieran un pacto secreto con el tiempo. Imposible no destacar la calidad de dos metrónomos vivientes que guiaron la travesía musical de Sex Museum con una destreza extraordinaria.

En la salida de la Sala Sol, mientras el eco de la música se desvanecía, quedó la certeza de que esta noche con Sex Museum y su participación en Inverfest no fue simplemente un recuerdo más, sino un capítulo añadido a la larga historia del rock español. O al menos lo fue para mí, que llevaba 21 años sin verles en directo.

¡Larga vida a Sex Museum y a la magia de Inverfest!

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Armonías en la Lluvia: La Noche Inolvidable de Mothers Cake en Madrid

Armonías en la Lluvia: La Noche Inolvidable de Mothers Cake en Madrid

Cuando la música desafía a la tormenta y el rock psicodélico encuentra su hogar en la capital.

Foto: JuanMa (Territorio Music)

(Kenyi al habla)

Mentiría si digo que conocía a esta banda desde hace 10 años. No.
Les conocí hace muy pocos meses, de esas sugerencias de Spotify que te alegran la semana.
Es una fiel promesa decir que desde la primera canción suya que escuché, me encantó su estilo. Hay muchos grupos de rock psicodélico que incluso me cuesta entenderlos, pero con estos chicos calé muy rápido. Sus mezclas con el funk y su crudeza enganchan, os lo aseguro.

Cuando Songkick me avisó de que venían a Madrid, de verdad que me costó creerlo. ¡Si recién los acabo de conocer y son el grupo probablemente que más me ha enganchado de los últimos 2 meses! Pero sí, era real.
El que escribe estas líneas finalmente no pudo ir, ya que las lluvias del día no me permitieron salir de mi dichoso pueblo, peeeeeero ya tenía totalmente convencido a mi más fiel compañero de batallas de música en vivo para ir los 2 junto con otro amigo. Y a partir de aquí, os dejo con él, y para que calenteis motores, con uno de los videos que hizo él por y para nosotros:

(JuanMa al habla)

Aunque con un día que parecía el diluvio universal, ni la lluvia ni las carreteras cortadas pudieron frenar a los amantes de la buena música que se lanzaron a la sala Wurlitzer Ballroom, incluídos nosotros (reconociendo que costó salir de casa).
Ken, nuestro camera-,men, finalmente no pudo llegar debido al clima infernal, pero eso no nos detuvo.Yo, hice lo que pude con el móvil de un amigo para poder cubrir este repor, y me dirigí al lugar dispuesto a disfrutar de una noche de rock psicodélico y funk de los de verdad.
Nada de medias tintas, nos pasó Ken el grupo y la verdad es que en disco sonaban muy guays.

Los malagueños de Sorry Kini fueron los encargados de romper el hielo. Rock crudo y enérgico que se sentía en las entrañas. Instrumentales asentadas en una sólida base de batería y guitarra, que se fueron asentando y recuperando de los problemas de sonido iniciales.
Luego llegó el momento que todos esperábamos: Mothers Cake

Estos austriacos locos y su mezcla única de rock psicodélico y funk tomaron el escenario y de inmediato nos sumergieron en su mundo. La lluvia, el sonido que no será recordado por el mejor que hemos vivido este año… nada de eso les importó.
Se entregaron al espectáculo con una actitud divertida y desenfadada que se sentía en cada riff y cada golpe de batería.

La banda sonaba como una máquina aceitada, y lo mejor de todo es que nadie trataba de robarse el show.
Cada uno de los integrantes estuvo excepcional, desde el baterista que marcaba el ritmo con fuerza hasta el bajista que se convirtió en el metrónomo humano. Los samplers y el teclista le dieron ese toque extra que te hacía mover los pies sin parar.

Foto: Cuenta Instagram Mother’s Cake

El frontman, además de regalarnos unos cuantos sólos que te hacían olvidarte de todo lo demás, y su groove natural a la guitarra, nos conquistó con su voz, y también se las arregló para involucrar al público en el espectáculo. No había distancias en esa sala, todos éramos una gran familia disfrutando de la música juntos. Épico su crowd surfing (si, vamos, cuando se tira al público y va en volandas por encima, lo hemos buscado en google).

El concierto de este jueves lluvioso en el que sólo unos pocos locos hicimos planes de ocio fuera del hogar, vuelcve a demostrar que en ciudades como Madrid tenemos la gran suerte de poder vivir CONCIERTAZOS prácticamente cada día.

El ambiente se calentó aún más gracias a la cerveza que fluía como un río, y una sala familiar que se convirtió en un hervidero de emociones. El concierto de Mothers Cake fue una celebración, un respiro en medio del caos que vivimos a diario, y una muestra de que la música en vivo es una terapia para el alma.

Podríamos hablar de su repertorio, pero eso prometemos hacerlo a la próxima que vengan que nos sabremos todas su canciones. Esta vez fuimos de ir a dejarnos conquistar. Y vaya si nos conquistaron.

Foto: Cuenta Instagram Mother’s Cake

A pesar de los problemas técnicos iniciales, Mothers Cake no se dejó amilanar. Demostraron que la música puede superar cualquier obstáculo y que la pasión por tocar en vivo es más fuerte que cualquier tormenta. La sala Wurlitzer, desconocida para nosotros, se llenó de magia y emoción, y el público se retiró con sonrisas de oreja a oreja.

Este concierto no solo fue una noche de música, fue un recordatorio de que Madrid es una ciudad llena de lugares donde la magia de la música en vivo sigue viva y coleando. Así que ya sabes, si alguna vez te encuentras en la capital española, busca un local como la Wurlitzer Ballroom, o cualquiera de las decenas de locales que apuestan por la música en vivo no sólo los fines de semana.

Foto: Cuenta Instagram Mother’s Cake

Y así, entre guitarras retumbantes y sonrisas contagiosas, terminó una noche que nadie olvidará pronto. ¡El rock psicodélico de Mothers Cake se apoderó de Madrid y nos recordó que la música es una fuerza imparable que puede con todo, incluso con la lluvia más intensa!

PD: Gracias a Nooirax por apostar por bandas de este tremendo nivel.

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Nikki Hill en Madrid: Un Huracán musical en forma de rock&roll en la Sala Villanos

Nikki Hill en Madrid: Un Huracán musical en forma de rock&roll en la Sala Villanos

Notas de Fuego: La Explosiva Odisea de Nikki Hill en Madrid, sumándose a otro concierto épico en Villanos.

Fotos: Kenyi Yoshino (Territorio Music)

A veces, la música te golpea como un huracán, dejándote sin aliento y sin más opción que rendirte a su poder. Así fue la experiencia vivida ayer en la Sala Villanos de Madrid, donde Nikki Hill y su banda desataron una tormenta musical que dejó al público extasiado y, sin lugar a dudas, convertirá a muchos en devotos seguidores de esta talentosa artista.

La energía desbordante de Nikki Hill en el escenario es algo que no se puede describir con palabras, pero haré mi mejor esfuerzo para transmitir la intensidad y la pasión que se vivieron esa noche. El concierto, parte del ciclo Villanos del Jazz, demostró que la música de Hill trasciende etiquetas y géneros, fusionando rock and roll, soul y rhythm and blues de una manera que sólo ella puede lograr.

Desde el primer acorde, la sala vibró con la potencia de esta banda, una auténtica fuerza de la naturaleza.
Nikki Hill no solo canta, sino que también posee una presencia escénica que la coloca en otro nivel. Es como si el escenario se convirtiera en un púlpito musical desde el cual predica su evangelio del ritmo. La conexión con la audiencia es instantánea, y es difícil resistirse a dejarse llevar por la corriente musical que emana de esta carismática cantante.

Cada integrante de la banda merece elogios. Desde ambos guitarristas, que arrancaban solos apoteósicos y riffs a 2 voces increíbles, hasta el baterista que marcaba un ritmo imparable, todos contribuyeron a crear una experiencia única. La Sala Villanos, con su ambiente íntimo, se convirtió en el lugar perfecto para este espectáculo, permitiendo que la audiencia se sumergiera por completo en la magia de Nikki Hill.

Lo fascinante de la propuesta musical de Nikki Hill es su habilidad para llevarnos en un viaje a través de diferentes géneros sin perder la coherencia. Sus raíces en el coro de la iglesia en Carolina del Norte se hacen evidentes cuando despliega su poderosa voz, capaz de transmitir tanto la emoción del soul como la crudeza del rock and roll. Es como si llevara consigo la esencia de la música americana en cada nota.

Recordando su concierto en Madrid en 2022, puedo afirmar que la evolución de Nikki Hill como artista es notable. Aquella vez, ya me dejó con la sensación de haber presenciado algo especial, pero esta última actuación ha elevado mi aprecio por su música a un nivel completamente nuevo. Convertirme en un auténtico fan ha sido un proceso gradual, pero anoche, sabiéndome todos los temas, fue la confirmación de que Nikki Hill ha tejido su hechizo sobre mí de manera irrevocable.

El repertorio incluyó joyas que se adentraban en lo más profundo del alma, como «Struttin'», donde Hill desplegó su capacidad vocal con una intensidad desgarradora. Pero también hubo momentos de pura diversión, como cuando la banda se sumergió en un frenesí de rock and roll con «Mama Didn’t Raise No Fool». Cada canción era un capítulo en el libro de la vida de Nikki Hill, y el público estaba ávido de absorber cada palabra y cada nota.

El ciclo Villanos del Jazz ha demostrado ser una joya en la escena musical de Madrid, atrayendo artistas de una calidad exquisita. Nikki Hill y su banda son la personificación de esta excelencia, ofreciendo no solo un concierto, sino una experiencia transformadora. La Sala Villanos se ha convertido en el epicentro de este fenómeno musical, y aquellos que tuvieron la suerte de estar presentes anoche seguramente salieron con el corazón latiendo al ritmo de Nikki Hill.

En resumen, el concierto de Nikki Hill en Madrid fue mucho más que un espectáculo musical; fue una comunión entre artistas y audiencia, una experiencia que resonará en los corazones de quienes tuvieron el privilegio de presenciarla. Nikki Hill no solo es una cantante, es una fuerza de la naturaleza que deja su huella en cada alma afortunada que se cruza en su camino.

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Valeria Castro hechiza a Málaga en el teatro Cervantes

Valeria Castro hechiza a Málaga en el teatro Cervantes

Su música elegante, de profundas raíces Canarias, hizo brotar «Con cuidado y con cariño», emociones universales en Málaga.

El teatro Cervantes bullía de expectación. El variopinto público iba tomando sus asientos y esperaba con serenidad el comienzo del espectáculo.

Cuando Valeria Castro salió al escenario con su largo y etéreo vestido blanco, parecía una hada flotando sobre la tarima. Y ya cuando comenzó a cantar, nos hechizó a todos con su voz. Quedamos atrapados de inmediato en su mundo de elevada sensibilidad y elegancia infinita.

Música nacida desde el cuidado y el cariño.

«Lo bonito de la música es que puede abrazar a todo el que lo necesite.»

A medida que iba desganando su último álbum, nos iba narrando sus emociones, sus vivencias a través de las letras de sus canciones, se hizo patente su capacidad de compartirlas con quienes la escuchan.

Nos habló de sentimientos muy personales y nos emocionó hasta lo más profundo.

Valeria tiene el don de hacernos sentir identificados con muchas de sus letras. Como si supiera fundirse con su público y adentrarse en nuestras emociones, abrazándonos con cariño.

En ocasiones, el silencio era absoluto y no se escuchaba ni una respiración. Su voz lo llenaba todo. Se filtraba en la piel.

Pero Valeria no es sólo intimidad, Valeria es también espectáculo.

Verla girar y brincar por el escenario, como un hada juguetona y alegre, transmitía una alegría contagiosa.

En esos momentos, los asistentes danzamos a su son, coreamos sus canciones, tocamos palmas y disfrutamos.

Valeria es una artista. Y sus raíces canarias se podían palpar en cada nota. Tocó la guitarra y un instrumento de percusión canario del que desconozco el nombre.

La fusión de la cantante con sus músicos era absoluta. Pianista, contrabajista, batería/percusionista y guitarrista. Las notas y el sonido del folclore de su tierra fluían y lo inundaba todo a través del talento de unos músicos magistrales.

Valeria nos elevó y nos hizo viajar a su isla, a su vida, a la de los habitantes de su amada tierra.

La música y la voz de Valeria son sensibilidad, elegancia, alegría, esperanza, libertad: “que nacen semilla, pero que no se conforman con techo y paredes”.

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